Tres ríos anegan la zona norte de Sta. Rosa

Redacción Machala
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La casa de María Vera parece una isla en medio de una laguna de aguas ocres. Su vivienda, de estructura de caña levantada sobre pilotes de madera, está aislada por un metro de agua.

Vera habita en el barrio Concha Álvarez, un sector marginal en el norte de la ciudad de Santa Rosa. Los ríos Santa Rosa y Pital crecieron desde la madrugada del domingo pasado y la fuerza de la correntada abrió boquetes en los muros que protegen el barrio Concha Álvarez y otros sectores del norte de la urbe.
Hasta ayer, había 25 familias evacuadas –unas 80 personas en total-, en cinco albergues adecuados en planteles educativos.

Por un endeble puente, improvisado con palos y cañas, Vera  y los nueve miembros de su familia acceden a una pequeña vía asfaltada. Pese a las incomodidades, la mujer se niega a abandonar su vivienda. “Vamos a esperar hasta lo último, porque nos pueden robar si dejamos la casa sola”.

Con una  bomba cedida por la Municipalidad se    extraía,  ayer,  el agua acumulada en las viviendas del barrio donde habitan alrededor de 1 300 personas. La correntada se llevó los animales de los corrales y destruyó enseres dentro de las casas.

Allí se afectaron las estructuras de ocho viviendas. Por esa situación debieron ser evacuadas 15 familias, señala Segundo Morán, presidente del barrio.
“Necesitaremos al menos cinco bombas más para sacar toda el agua”.
 
Los vecinos pidieron al Municipio que refuerce un muro de contención en la ribera del río.

La ayuda para los albergados todavía era escasa. El lunes pasado, funcionarios del  Ministerio de Salud llegaron con medicamentos para tratar a los niños, pero no se distribuyeron vituallas ni alimentos. Los evacuados esperan que en estos días  se lo haga.

En el albergue de la escuela Rosa Aurora García tampoco había agua potable. Diana Azuero, una de las evacuadas del barrio 29 de Noviembre, permanece en un aula con otras tres familias. “Solo nos han traído unas cebollas, nada más”, se queja.

Personal del Cabildo censó la mañana de ayer a los albergados. Bolivia Agurto, funcionaria municipal, indica que con esta  información  se buscará llegar de forma más precisa con los alimentos, vituallas y medicinas. Tratan de evitar la mala distribución como ocurrió en años anteriores.

El caudal del río Buenavista también creció por las prolongadas lluvias. El afluente se cobró una vida la madrugada del lunes. Severo Arboleda, de 66 años, se lavaba en el río cuando la fuerza del crecido  afluente lo arrastró.

Hasta el mediodía de ayer, personal militar y del Cuerpo de Bomberos de Santa Rosa buscaban el cuerpo  en los ríos Santa Rosa, Pital y en Puerto Jelí, señala Marlon Espinoza, jefe de los casacas rojas de Santa Rosa.

El río Buenavista también ocasionó destrozos en su recorrido por el centro de la parroquia del mismo nombre, en el cantón Pasaje, vecino de Santa Rosa. El agua anegó pequeños negocios ubicados en el balneario del río, y dejó una espesa capa de lodo en una cancha deportiva y en varias calles del poblado.

Hay preocupación ya que son sitios turísticos que, de alguna forma, ayudan en la economía local, especialmente en feriados como el  de Carnaval. También, plantaciones de banano ubicadas en la orilla opuesta del río  se dañaron por la correntada.   

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