Tres haciendas para el descanso
Redacción Sierra Centro
Pequeños colibríes de plumas multicolores revoloteando cerca de los ventanales. Amplios balcones donde se puede mirar al volcán Tungurahua, en aquellos en que el cielo está despejado y el calor humedece la piel.
Hacienda Manteles
Para recorrer el lugar es necesario llevar ropa y zapatos cómodos para las caminatas por los senderos.
El precio de la habitación sencilla es de USD 91 más impuestos. Incluye desayuno, cena y caminata. Reservaciones: 094 614 275.
Aquí, el turista también puede practicar canopy, canyoning y recorrer el bosque, dominado por árboles gigantes.
En las haciendas Leito, Manteles y Viña del Río, admirar el coloso y caminar por estrechos senderos rodeados de árboles frondosos son parte de los atractivos. Esas históricas propiedades están ubicadas en el cantón Patate, a 40 minutos de Ambato.
En los últimos años, sus dueños han construido bellas casas que tienen techos de teja, pisos de madera y chimeneas en los cuartos. El fin es albergar a aquellos que buscan alejarse de la oficina, del ruido citadino.
Richard Armitage es un abogado que trabaja en empresa londinense que ofrece asesoría legal a magnates. Desde hace cuatro semanas recorre América Latina con su esposa Sue.
Desde el martes se aloja en la hacienda Leito, donde hay 28 habitaciones. Por las mañanas va a Baños, ubicado a 15 kilómetros de Patate, camina por los senderos que rodean la hacienda o nada en la piscina.
Al atardecer le gusta mirar al volcán y sentarse en la sala principal, junto a la chimenea. Allí, una paila grande de bronce, que en el siglo pasado sirvió para almacenar jugo de caña, está cubierta con vidrio.
Hoy sirve como mesa. También hay discos de pizarra, muebles antiguos y las herramientas que utilizaban los empleados para arar las 350 hectáreas que tenía esta hacienda que data de hace más de 300 años.
“Me encanta contemplar el volcán y comer el seco de chivo que preparan acá. Quería mirar al volcán de cerca. La operadora nos recomendó ir a Patate porque está en una zona segura”.
En un inicio, la hacienda perteneció a los sacerdotes jesuitas. Luego fue entregada a familias españolas. En el siglo pasado pasó a manos de Marco Antonio Restrepo, conocido como el Rey de la leña.
Él entregó los durmientes para construir el ferrocarril trasandino. En el momento, la hacienda tiene ocho hectáreas y pertenece a un grupo de socios.
César Durán es un empresario de conversación exquisita. Es descendiente de Marco Antonio Restrepo y propietario de la hacienda Manteles, que también data de hace más de tres siglos. Está ubicada a cinco minutos de la hacienda Leito.
Un camino flanqueado de árboles frutales conduce a este lugar, donde verdes enredaderas cubren la fachada.
Las paredes de las 16 habitaciones están pintadas con tonalidades naranja, tomate, terracota… que contrastan con las vigas de madera y los candelabros.
En este lugar han descansado científicos de la revista National Geographic, History Chanel y actores europeos.
En 50 hectáreas se cultiva, sin químicos, maíz, habas, chochos... y se protege un bosque de 200 hectáreas donde hay 36 especies orquídeas, 150 especies de aves y árboles nativos.
El turista puede sembrar árboles, montar a caballo o caminar por el bosque donde se encuentra la cascada Payacucho.
En el lugar revolotean cientos de mariposas de alas amarillas y anaranjadas.
La holandesa Liseth Meyer cuenta que esto le fascina. “En mi país todo es plano. Acá me gusta caminar descalza para sentir la hierba húmeda. Es lindo mirar el volcán”.
En la hacienda Viña del Río, los grandes ventanales permiten admirar al coloso y las atractivas plantaciones de uva.
“En este lugar preparan un vino delicioso. El clima es fantástico. Es ideal para zambullirte en la piscina”, señala José María Pérez, un ejecutivo quiteño.
Marco Arellano es enólogo y dueño de esta antigua hacienda de 400 años, donde también vivieron los sacerdotes jesuitas.
Allí ofrecen vino. “Ellos enseñaron a mis ancestros a procesar la uva. Mi familia es dueña de la hacienda hace 120 años”.
En Viña del Río hay 22 hectáreas donde se cultiva la uva y un maíz grande y grueso.
Esto se usa para preparar las humitas que se sirven a los turistas que se alojan en las cabañas de madera de eucalipto.