Un elemento clave para valorar los 30 años de democracia en el Ecuador es el papel ciudadano en la lucha por preservar la institucionalidad y defender una sociedad constantemente amenazada por quienes llegaron al poder de manera legítima, pero dilapidaron su capital político al no llenar las expectativas de sus electores y ser incapaces de satisfacer las demandas básicas de la sociedad.
La historia de estas tres décadas no estaría completa si el país no reconociera la trascendencia de la lucha ciudadana en los momentos políticos y económicos más difíciles, justo cuando la conducción de la Nación la ponía al borde de una tragedia social.
Grandes ejemplos fueron la sólida unidad nacional durante los dos enfrentamientos armados con el Perú y la actitud altiva de los ecuatorianos, cuya movilización permitió salidas incruentas frente a tres mandatos presidenciales erráticos.
Otra muestra fue el emblemático caso Restrepo, en el cual la indignación ciudadana se convirtió en una fuerza incontenible que destapó uno de los más conmovedores episodios de abuso y corrupción desde las más altas esferas de un poder político que dejó dolor y división en el país.
Entre muchos otros, hubo grandes sucesos como los causados por la caída de una parte de la banca, que no entendió su papel social y originó la emigración de cientos de miles de compatriotas, cuya ausencia dejó graves secuelas. Y también hubo enormes tragedias naturales.
Sobre todas esas dificultades se ha impuesto la firme voluntad de lucha de los ecuatorianos. Y en ese arduo camino, que aún no termina, la prensa no gubernamental ha intentado cumplir su papel de acompañar los procesos sociales y expresarlos en toda su dimensión histórica.