A las 20:00 del miércoles, 10 agentes antidrogas que operan en Sucumbíos revisaron a los pasajeros de un bus interprovincial, pero no hubo anomalías. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO
La pequeña mochila estaba en el maletero del bus interprovincial. Cuando los policías la abrieron encontraron siete kilos de cocaína envueltos en cinta de embalaje. Por eso, Nicolás L. fue condenado a 10 años de cárcel. La sentencia se emitió hace siete días en los tribunales del Tena, en Napo.
El juicio se realizó en ese lugar porque el arresto se produjo en el control policial de Baeza, también en Napo. El mismo día en que se conocía el fallo, a las 10:26, agentes élite del GEMA, un grupo antidrogas, detenían a un bus que venía del Coca con 40 pasajeros.
Uno a uno se bajaron del automotor. Presentaron sus mochilas y bolsos sobre una mesa de cemento. En menos de 10 minutos, los gendarmes palparon las maletas y encomiendas que se encontraban en las bodegas.
Los asientos y compartimentos también fueron inspeccionados. Una vez que se comprobó que no había ninguna sustancia ilegal o armas, el carro siguió su viaje a Quito.
Pero el control es obligatorio, pues por allí circulan a diario unos 200 buses interprovinciales que salen de Tena, Orellana, El Coca y Lago Agrio.
Los agentes han detectado que los narcos usan con frecuencia los buses interprovinciales para trasladar droga, especialmente desde la frontera.
Y precisamente desde Lago Agrio salió Nicolás L., con la droga en su equipaje, en enero. Eran las 03:00 de la madrugada cuando el bus en el que viajaba se detuvo para el control.
Según las investigaciones, el alcaloide tenía como destino Santo Domingo de los Tsáchilas. Esos detalles se conocieron un día después de la audiencia.
El fiscal Galo Basantes investigó ese caso y el jueves desde su oficina en la Fiscalía de El Chaco, una localidad a 30 minutos de Baeza, contó que la droga provenía de un poblado fronterizo, pero fue en Lago Agrio donde el paquete fue embarcado en el transporte.
De hecho, esa ciudad, al estar a una hora y media de la frontera con Colombia es uno de los puntos de la Amazonía de donde salen los estupefacientes para ser distribuidos por las mafias, especialmente, en las ciudades del centro del país.
Luis Hidalgo es el jefe de antinarcóticos de Sucumbíos y advierte que el tráfico de narcóticos en esa zona es frecuente.
Cada semana interceptan cargamentos. Por ejemplo, solo en el primer semestre de este año, la Policía se ha incautado de 618,48 kilos de droga en toda la provincia. Es decir el doble de lo confiscado en el 2014. En ese año hubo 305,10 kilos.Sin embargo, la Policía no es la única que realiza controles en Lago Agrio. A 10 minutos de esa ciudad existe un control militar en el sector de Santa Cecilia. Allí, personal del Batallón de Selva 56 Tungurahua también chequea a los buses.
Pese a estos filtros, las mafias han creado más de 30 pasos clandestinos en la frontera norte para el envío de los cargamentos. Esto, porque en caso de que la droga llegue a Quito o Guayaquil, el valor de las sustancias puede alcanzar grandes sumas de dinero.
El alcaloide incautado en Sucumbíos este año podría llegar a costar cerca de USD 9 millones. Por eso los militares, desde su punto de control, apoyan a la Policía inspeccionando a los automotores.
Por ejemplo, desde las 20:00 hasta las 21:00 del miércoles y en medio de una leve llovizna, 10 uniformados dotados con pistolas, fusiles, toletes y linternas revisaron cuatro vehículos con pasajeros. Mientras los agentes realizaban la requisa, Eduardo Lara, uno de los choferes de los carros, contó que en los ocho años que trabaja en las vías, en una ocasión tuvo problemas con personas que llevaban droga en su bus.
Hace un año vio cómo una joven de Lago Agrio fue detenida por los militares cuando descubrieron que llevaba un bulto de cocaína en su bolso.
Ella es una de las 132 personas que fueron arrestadas en Sucumbíos por llevar droga en el 2014. En este año, los agentes ya han apresado a 30 más.
Lara recuerda el caso de la joven porque incluso tuvo que ir al juzgado a rendir su testimonio de lo ocurrido.
Lo mismo han tenido que hacer dos de sus compañeros para evitar que la justicia los vincule en esos delitos.
Los agentes conocen que los transportistas son víctimas de las redes de narcotráfico, pero su testimonio es útil en un proceso legal. En la audiencia de Nicolás L., en el Tena, el controlador del bus también testificó sobre el hallazgo de la droga.
Por eso, los conductores de los buses aseguran que prefieren parar en los controles y evitarse problemas.
El tráfico de armas en los buses y autos es otro problema frecuente. Según el Min de Defensa, en los 260 986 registros realizados este año a escala nacional, las FF.AA. se incautaron de 1398 armas de fuego y 5 503 explosivos.