Martha E. Viteri P.
El pasado viernes 12 en la tarde, en las calles Selva Alegre y Montes, a muchas personas nos conmocionó presenciar un fatal accidente causado por un joven no mayor de 20 años, que habiendo ingerido licor manejaba su carro con exceso de velocidad y chocó de forma violenta a un 4 X 4. A su vez los dos autos impactaron a dos personas que estaban en la vereda: una de ellas falleció.
Campañas que incentivan el respeto por la señalización han mejorado espacios peatonales como los pasos cebra; la de corazones azules trata de reducir las imprudencias de manejo, pero parece caer en saco roto porque ¿cómo se controla a bebedores irresponsables que sin noción de respeto o ubicación, manejan sobrepasando toda norma y provocando tragedias? Lo grave es que esto es habitual y aparentemente no hay manera de corregirlo. Todos lo deploramos, pero ya es hora de que instancias judiciales contemplen la expedición de una ley en contra de estas personas y que sea con agravantes máximos por ser atentatoria a la vida ajena. Esto serviría para que a quienes beban licor ni se les ocurra pensar en manejar y al mismo tiempo aportaría a la seguridad ciudadana. No solamente estamos expuestos a la delincuencia sino en cualquier momento a la sorpresa del peligro macabro que pone a la vida en vilo.
La seguridad ciudadana necesariamente debe tomar en cuenta este problema que estadísticamente es de alta mortalidad en nuestro país.