El cuento y la moraleja de Pedro y el lobo pudiera encajar, perfectamente, en la aplicación de las fotomultas. Inicialmente, desde julio, y posteriormente desde agosto, se anunció que comenzaban las sanciones para los infractores de tránsito que sean detectados a través de un sistema de cámaras colocadas en varios sitios de la ciudad.
Estamos por iniciar octubre y no se conoce una decisión definitiva de la aplicación o no de este sistema en la ciudad. Se trata de la operación de 50 cámaras de vigilancia que funcionarán las 24 horas del día. El principal propósito, se dijo, es establecer controles en torno al irrespeto al pico y placa, a los carriles exclusivos de transporte público y también al semáforo.
Jaime Puga, jefe de Operaciones de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT), dijo el 14 de agosto que durante dos semanas se realizará un proceso de sociabilización del sistema ya que se debe generar una cultura de tránsito. Ya van para dos meses y la difusión sigue.
Según funcionarios de la anterior administración relacionados con tránsito (uno de ellos Carlos Páez, exsecretario de Movilidad) todo quedó listo para que se ponga en funcionamiento; es decir, ordenanza, cámaras y centro de monitoreo.
Lo que queda claro es que este y otros temas relacionados con tránsito y transporte tienen, también, un análisis político; más precisamente una evaluación de su incidencia política. No queda pensar de otra forma; por parte de los técnicos de la Agencia Metropolitana de Tránsito no se dan argumentos técnicos para la aplicación del sistema. Lo que estaba pendiente era “comprobar” el funcionamiento de la notificación de la falta, a través de correo electrónico, al conductor infractor.
El tema de las fotomultas es difícil para la actual administración municipal, principalmente si se recuerda que en su campaña habló de exceso de multas para los ciudadanos y de la necesidad de reducirlo. Por otro lado, está la cultura ciudadana en tránsito.