Así debió haber sabido la derrota del kirchnerismo. En una jornada lectoral adelantada por el oficialismo, que tenía el significado de un plebiscito sobre la gestión del Régimen, la pareja que ha dirigido al Estado argentino en los últimos años sufrió un duro revés.
De nada sirven los matices en las declaraciones de la Presidenta en funciones para restar fuerza a los resultados. En los hechos, la renuncia de su esposo a la Presidencia del partido, y con ello resignando la posibilidad de controlar la candidatura oficial con miras a 2011, es la muestra evidente que el cisma ha sido demoledor.
Dura lección para una pareja que cuando gozó de fuerte respaldo popular impuso su voluntad en forma enérgica y sin contemplaciones, para terminar aceptando que en los dos años y medio que restan a la Presidenta en sus funciones, será necesario buscar acuerdos y generar consensos a efectos de encontrar caminos para enfrentar la crisis, algo que mientras gozaban de hegemonía lucía impensable.
Son las paradojas del poder. El vicepresidente Cobos, que por su oposición a una medida fiscal contra el agro argentino recibió ácidas críticas de la pareja gobernante, ahora emerge como uno de los principales triunfadores de los comicios y su figura alcanza otras dimensiones. De igual manera los otros ganadores, el ex corredor Carlos Reutemann y el alcalde de Buenos Aires Mauricio Macri, aunque no haya participado directamente en las elecciones, surgen como las figuras centrales con miras a los próximos comicios presidenciales. Todos ellos alejados del oficialismo.
Es verdad, como dice la Presidenta, que el Gobierno aún tiene el respaldo de la primera minoría con cerca del 30% de apoyo. Pero la diferencia radica en que ese parecería ser su techo, mientras que, como se ha comprobado en estas elecciones, las alianzas contra el oficialismo han funcionado y ahora los políticos argentinos saben que, al contrario de lo que creían en sus primeros años, el Régimen no es invencible en las urnas. El proyecto político se desmorona y, de no surgir algún evento insospechado, es de presumir que alguno de los tres grandes triunfadores de los comicios se enfilará hacia la Presidencia en 2011.
Este Régimen caracterizado por su autoritarismo, sus peleas con la prensa, ha sido derrotado bajo las reglas de la democracia.
Lamentablemente para Argentina desaprovechó su capital político para enfilar a esa nación en la ruta de prosperidad que alguna vez conoció. Pese al apoyo popular con el que contaba, desperdició la oportunidad de construir consensos mínimos para retornar a esos años gloriosos que le permitió posicionarse como uno de los países con mejor estándar de vida de toda Latinoamérica.
Lástima que no supieron desprenderse de su bagaje populista para transitar, como tantos otros, sin pena ni gloria por el poder.