Otro deslave en la av. Simón Bolívar, a 120 m de donde se desprendió la tierra el pasado viernes (La Forestal IV), sepultó ayer a cuatro carros. Los 2 000 m3 de tierra y vegetación que cayeron del talud acabaron con la vida de Miguel Asquel Cañizares, María Magdalena Cañizares, Jorge Asquel, Francisco Caiza y Alba Parra. También hubo seis heridos.
La emergencia movilizó a personal de las policías Nacional y Metropolitana, Ejército, Cruz Roja y Cuerpo de Bomberos.
Por la zona sobrevoló un helicóptero y los canes amaestrados ayudaron en las tareas de rescate. Los socorristas usaron motosierras, palas y maquinaria pesada para sacar a heridos y fallecidos. Los habitantes de La Forestal también ayudaron.
La llegada de los familiares de las víctimas al lugar de la tragedia fue impactante. Algunos tenían la esperanza de que sus parientes estuvieran en la lista de heridos.
Mauricio Asquel dijo que su hermano Christian fue el único sobreviviente. Él viajaba en una camioneta Toyota con cuatro personas más. Venían de Machachi a Quito. Christian fue trasladado al Hospital Metropolitano, en donde estaba previsto que le realizaran una cirugía. Dos tíos, un primo y otro familiar fallecieron.
Mauricio contó que su primo Miguel Asquel Cañizares y María Magdalena Cañizares viajaron a Quito para acompañar a Jorge en su tratamiento contra el cáncer. “Él estaba luchando, aferrado a la vida. No es justo que haya muerto así”. Los tres quedaron sepultados en medio de ramas y piedras.
A las 15:00, Mauricio no abandonaba el lugar de la tragedia. Esperaba noticias de su pariente Francisco Caiza. Las horas pasaban y no había rastro de él. Sus hijos miraban con angustia cómo los obreros evacuaban grandes cantidades de tierra con tractores y volquetas. El cuerpo se rescató a las 16:00.
Junto a ellos estuvo Pedro Parra. Sus hijas viajaban en otro auto. Alba, de 37 años, falleció. Priscila, su otra hija, fue hospitalizada. En medio de su dolor, él se quejaba por la falta de información. Preguntaba a policías, militares y bomberos sobre el cuerpo de Alba, pero no tenía respuestas.
Los funcionarios del Municipio se ubicaron al lado norte del deslave. Al otro lado estaban los familiares de las víctimas. Había una restricción de cruzar, por el riesgo de que la vibración de la maquinaria provocara más derrumbes.
Germánico Pinto, gerente de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop), explicó que el talud que se desprendió estaba cubierto de vegetación. “Hay evidencias de filtraciones de agua en la parte central del talud. Esa agua es la que produce el deslizamiento. Estamos tratando de analizar qué tipo de agua es”.
A la morgue de la Policía Nacional llegaron Lucía y María Teresa Cañizares, hermanas de María Magdalena, una de las víctimas. Los cuerpos de ella, de su esposo Jorge Asquel y de su hijo Miguel no llegaban hasta pasadas las 16:00. Hasta esa hora no se definía donde sería el sepelio.
Se esperaba el arribo del hijo mayor de las víctimas, quien vive en Guayaquil. María Teresa, entre sollozos, contaba que vio a su hermana con vida. “Ella pedía auxilio y nadie la ayudó”, repetía.
Mario Espinoza, cuñado de los fallecidos, responsabilizó al Municipio. “Se debieron tomar las precauciones, son vidas humanas las que se perdieron”.
Al frente de la morgue, en la Sala de Emergencias del Hospital Metropolitano, se recuperaba Christian Asquel, quien viajaba con las víctimas. Según Espinoza, sufrió fracturas en sus dos piernas y un golpe en su cabeza.
En la Clínica Villa Flora fue internada Jalen Chalango, de 22 años. Ella sufrió politraumatismos en el cuello y tórax. Hasta la tarde se encontraba estable. María Fernanda Pazmiño fue llevada al Hospital de la Policía con graves politraumatismos.