Las tradiciones marcaron el feriado

 El 3 de noviembre, 35 grupos de danza popular de las 21 parroquias rurales de Cuenca hicieron gala de las expresiones culturales campesinas de la capital azuaya, que celebró  189 años de independencia.

Otras fiestas

Zamora Chinchipe.  Esta semana iniciaron las fiestas por su provincialización. Hasta el cierre de esta edición se tenía programado la elección de las reinas de la interculturalidad.

Azogues.  La capital de  Cañar inició sus festividades, con la presentación oficial del programa de fiestas por los 189 años de su  independencia.

Luis Ortega no paraba de aplaudir y fotografiar a los 35 grupos folclóricos, que recorrieron la  calle Bolívar. Para él, ese desfile es uno de los más representativos porque sus protagonistas no son bailarines  sino campesinos.

Los carros alegóricos que precedían a los grupos de danzantes populares estaban adornados con productos y platos típicos de la zona. Estos vehículos tenían una suerte de collares de mellocos, platos de maíz, mazorcas secas, cuyes asados, coles, coliflores y como complemento obligado una escena cuya protagonista era una joven chola cuencana.

A este  desfile asistieron quienes retornaban de la av. Fray Vicente Solano. En este último lugar,  desde las 10:15 se desarrolló la parada militar presidida, como todas estas festividades, por el vicepresidente, Lenín Moreno.  En este tradicional desfile,  más de 1 500 militares provenientes de las divisiones acantonadas en Azuay, Loja,  El Oro, Morona Santiago... rindieron  homenaje cívico a Cuenca.

Los difuntos

Los vendedores de flores, tarjetas, comida típica y hasta biblias estuvieron desde las 07:30 en las entradas de los cementerios de Quito. El 2 de noviembre los panteones abrieron sus puertas a las 08:30 para la gente visitar a sus finados. En el sur de la ciudad, el tráfico fue intenso a pesar del control policial.

Según la Administración del cementerio de San Diego, hasta este camposanto, entre domingo y lunes, llegaron  cerca de 45 000 personas.  Situaciones similares se vivieron en el resto de cementerios de la capital y del país.

En algunos  camposantos incluso, los familiares llevaron alimentos para compartirlos en las tumbas con sus familiares que fallecieron.

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