Los trabajadores mueven la ciudad

Redacción Quito

García trabaja en una metalmecánica de la plaza Arenas y aunque abre su taller a las 08:00, sale de su casa antes de las 07:00 para dejar a su hijo en la escuela y luego ir a laborar.

Para García trabajar de esta forma es una tradición que ha heredado de sus padres.  Él define al  quiteño como una  persona trabajadora y emprendedora, que no teme asumir nuevas responsabilidades y retos.   

Lo mismo opina Marco Carrera. Él sale de su casa, en Monjas,  a las  06:00. “Cuando aún no sale el sol yo ya estoy caminando en la calle, y desde muy temprano veo gente que ya está yendo a sus lugares de trabajo”. Y ese mensaje trata de enseñarle a su hijo, que ahora tiene 12 años. 

El movimiento de los trabajadores de la ciudad hace que las avenidas se llenen de buses y autos  desde las 06:00. Jorge Tigse, conductor de un bus, se dedica a manejar desde hace 12 años.  A las 05:30 timbra la tarjeta para indicar su hora de entrada.

En la primera vuelta, que hace desde Conocoto hasta La Marín, su unidad, que tiene capacidad para 45 personas,  circula  llena, incluso más que al medio día. Tigse dice que durante todos sus años de trabajo ha sido testigo de que el quiteño es madrugador y buen empleado. “Los que trabajan en el Estado son más dejados, pero los privados tienen que esforzarse para poder mantenerse en su trabajo”.

Pero, a pesar de que en la ciudad se trabaja fuertemente, el dinero no alcanza. Al menos así lo dice García. Él atiende su taller durante 10 horas diarias, pero el dinero que consigue se lo gasta fácilmente. “La plata en el bolsillo se hace agua,  uno se gasta la plata en tonterías”.

García no se considera una persona ahorradora, aunque se esfuerza por guardar dinero para mantener a su familia y darles “lo que yo no tuve”.
 Para el historiador Carlos Freire, esta caracaterística es típica del chulla quiteño. “Tiene que verse bien y vestirse bien, aunque no tenga dinero”.

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