La plaza de Santo Domingo es frecuentada por trabajadoras sexuales. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
El Municipio tiene un nuevo plan para la reubicación de las trabajadoras sexuales que laboran en el Centro Histórico. Las asociaciones que las representan aceptaron la propuesta oficial, pero hay un problema: al menos 10 barrios se oponen.
En las mesas de diálogo, que desde mayo del 2017 coordina la Secretaría de Inclusión Social del Municipio, se presentó la opción para trasladar a las trabajadoras sexuales a los molinos El Censo.
Esta propuesta, según dirigentes de las trabajadoras sexuales, la conocieron dos meses atrás. Después de hablar con sus representadas, ellas mostraron su acuerdo.
Para Jacobo Herdoíza, secretario de Territorio, Hábitat y Vivienda, El Censo cumple con las especificaciones que se exigen para el funcionamiento de estas actividades, como estar a 2 kilómetros de instituciones educativas, barrios residenciales y servicios de salud. Sin embargo, representantes de 10 barios cercanos sostienen que resultarán afectados.
Para los moradores de Luluncoto, La Vicentina, Loma Grande, San Sebastián, La México, Chimbacalle, La Colina, Recoleta, San Pablo y Aranjuez, el trabajo sexual atrae a la delincuencia y el expendio de drogas, lo que genera inseguridad para los moradores.
Este proyecto les llevó a organizarse mediante una Asamblea Permanente de Barrios del Centro-Oriente de Quito. La última reunión con las autoridades municipales la tuvieron el miércoles pasado. Según Patricio Tamayo, subcoordinador de esa Asamblea, lo que lograron ese día es sentar su oposición al traslado de las trabajadoras sexuales del Centro Histórico a El Censo.
Tamayo comentó que el Municipio ofreció entregar los estudios realizados para dar paso a este proyecto. Pero pese al ofrecimiento y los soportes del estudio, no hay una predisposición de llegar a un acuerdo. “Si ya existe inseguridad en nuestros sectores, luego será peor. El Municipio no puede garantizar la seguridad porque eso le corresponde a la Policía Nacional”, dijo.
El Municipio está al tanto de este problema, pero cree que puede solucionarlo con una adecuada socialización del proyecto, no solo con los dirigentes barriales sino con todos los involucrados del posible sector para el traslado, señaló César Mantilla, secretario de Inclusión Social.
En el Centro de Quito hay cuatro asociaciones de trabajadoras sexuales. Según sus representantes hay cerca de 300 mujeres que laboran en las inmediaciones de la Plaza del Teatro, Santo Domingo y en el bulevar de la 24 de Mayo.
Ellas ya definieron su posición. No hay forma de trasladarse a otro lugar que no sea cerca al Centro Histórico. Para ellas y para la Secretaría de Territorio, Hábitat y Vivienda, El Censo es la opción que prestaría las condiciones necesarias.
Según Nelly Hernández, de la Asociación Unidas por Nuestros Derechos, la propuesta tiene aceptación siempre y cuando se cumplan los acuerdos alcanzados con las autoridades. Los principales son: dotación de seguridad, un mínimo de accesibilidad a la zona y mejores condiciones para realizar su actividad.
El Municipio quiere evitar lo que pasó con la reubicación de las trabajadoras sexuales a La Cantera, en San Roque, que no funcionó en el 2006.
Mantilla señaló que esta vez no se trata solo de un traslado de la calle a un lugar cerrado. “Las trabajadoras deben hacerse cargo del espacio, se requieren capacitaciones en derechos y salud y la posibilidad de generar microemprendimientos”.
Según Herdoíza, la idea para tratar el trabajo sexual en Quito es concentrarlo en lugares específicos. Parte de esto es la idea de El Censo, cuya intervención sería integral. Se recuperaría la quebrada , el río Machángara y dentro de ese trabajo se destina un espacio para el trabajo sexual del Centro Histórico.
Sobre el tema, Daniel Pontón, experto en seguridad, señaló que la presencia de las trabajadoras sexuales no influye necesariamente en el aumento de la delincuencia. “El trabajo sexual no es un factor directo, pero sí podría ser un desencadenante. En el conflicto también influye la visión de esta actividad como un atentado a la moral”, dijo.
Para el sociólogo Luis Verdezoto, lo importante en estos procesos es llegar a acuerdos entre todas las partes involucradas en el tema. “Debe existir un acuerdo, tanto para quienes ejercen la actividad en términos de rentabilidad y condiciones de trabajo como para moradores, en cuanto a compensaciones. Deben tomar en cuenta el bien mayor de la ciudad”, señaló Verdezoto.
El proyecto no tiene una fecha de inicio. No obstante, según Herdoíza, se espera que varios trabajos en El Censo se inicien, al menos, al menos, el segundo semestre del 2017.
En contexto
La reubicación del trabajo sexual que se ubica en el Centro Histórico de Quito ha sido una meta de varias administraciones municipales. La actual tiene un nuevo proyecto para ubicarlas en un espacio rehabilitado en El Censo, entre La Marín y Luluncoto.