Jorge Orbe Velalcázar
La intención del Presidente al querer transformarse en un Gobierno totalitario y autoritario ha sido organizarlas de a poco -de modo preferente a quienes votaron por él-, en personas aisladas y atomizadas.
En un sistema totalitario como el que trata de implantar a como dé lugar el presidente Correa, la política llegará a ocupar, a invadir y a controlar todos los ámbitos, en lo que tiene que ver con lo público, lo privado e incluso hemos visto que se da modos para encontrar la forma de conquistar la conciencia de los ciudadanos, a través de su ideología de extrema izquierda que procura inculcar.
Igual cosa está ocurriendo con los enlaces de todos los días y las atosigantes cadenas sabatinas que realiza.
El totalitarismo al que nos está llevando a pasos agigantados lo que hace es que la gente se comporte de acuerdo a reglas de un mundo ficticio y se percibe que tratará de sostenerse en el poder, como lo estamos viendo y comprobando, en significativa medida por la propaganda mediática feroz que hace y también a través del temor.
Un Gobierno totalitario lo que acostumbra hacer es tratar a toda costa de que la ciudadanía quede incapacitada para discernir entre la realidad y la ficción.
Algo más que implicaría el totalitarismo es hacer que las personas se vuelvan superfluas, comenzando, naturalmente, por las más débiles y vulnerables de la sociedad.
No puede ser que a inicios del siglo XXI un país como el nuestro, en el que el Gobierno se jacta de ser revolucionario y democrático, genere un altísimo porcentaje de compatriotas excluidos de lo elemental que requiere una vida digna.
Basta acudir a cualquiera de los barrios periféricos de Quito o Guayaquil para ver dramas de pobreza y desesperanza. En sos lugares la gente se conforma, inevitablemente, con algo menos incluso, de lo que corresponde a un mínimo de humanidad.
SEÑOR PRESIDENTE
Nelson Ramos Paredes
Nadie quiere tumbarlo, como usted manifiesta.
Ocurre que cuando las papas queman, usted o los asesores del círculo rosa crean los fantasmas del golpe de estado o que hay planes para asesinarle.
Esta vez, como en las anteriores, no habrá juicios contra sospechosos porque no existen.
Es para distraer la atención del pueblo; nos damos cuenta y por esto algo más del 50% de los ciudadanos ya no creemos en sus discursos.
Los llamados informes de los sábados son monólogos donde insulta, descalifica, ataca sin pruebas a sus denunciantes y contradictores o simplemente generaliza a los periodistas quienes tienen la obligación profesional de informar al pueblo.
A propósito de los monólogos, hemos sido campeones latinoamericanos en 2009 con 230 cadenas, más los enlaces sabatinos a un costo de USD140 millones.
Este récord no enorgullece, nos da vergüenza y nos duele que despilfarre nuestro dinero.
Señor Presidente, si usted fuera sincero, competente y seguro debería promover un debate cada sábado, invitando a un crítico o a un contradictor sobre el tema o denuncia del caso.
Entonces, con pruebas a su favor, podríamos apreciar que la tal revolución no es “robolución” y que tampoco está marchando en su propio terreno, sin dar un solo paso en bien del país y de la democracia.
Señor Presidente, el círculo rosa y los adulones (que según Cordero entran a Palacio) le están haciendo daño y también estarían involucrados como culpables de su caída, pero con la revocatoria del mandato.