Redacción Guayaquil
Por varios años, Pablo Magallanes guardó su viejo teléfono celular en un cajón del escritorio. Era un modelo de la marca Samsung que olvidó entre papeles y antiguas agendas.
Pero hace dos semanas lo halló. Lo guardó en su bolsillo y lo depositó en un ánfora blanca. Ese fue el aporte que Magallanes y otros 50 empleados de la empresa Soluciones Ambientales Totales (Sambito), de Guayaquil, hicieron al medioambiente.
3,2 millones
es la cifra de usuarios de la telefonía móvil en Ecuador, según registros de la Suptel.
El gerente general del grupo, José Guarderas, asegura que el reciclaje de los equipos celulares es una de las principales medidas para evitar la contaminación.
“Cuando botamos un teléfono móvil a la basura, libera tóxicos que al ser absorbidos por la tierra llegan al agua con la que luego se riegan los cultivos. Es toda una cadena de contaminación”.
El reciclaje de teléfonos, baterías y accesorios de estos es una de las estrategias que afinan en el país las telefónicas Movistar y Porta. Los productos recolectados son enviados a empresas de reciclaje localizadas en Estados Unidos y México, respectivamente.
María de los Ángeles Serrano, jefa de Gestión Ambiental de Movistar, explica que el 95% de los materiales que conforman un celular es reciclable. Del plástico, por ejemplo, se pueden formar nuevas carcasas y hasta cables.
Porta optó por colocar ánforas de recepción en universidades y oficinas. La campaña busca reducir el impacto de metales como el plomo y el mercurio, indispensables para la fabricación de los teléfonos móviles.
Se calcula que el tiempo de vida útil de un equipo celular es de dos años. A esto se suman las nuevas tecnologías que invaden el mercado. Por ello el cambio de equipos es constante en el país.
Pero esta no es la única opción en beneficio del medio ambiente. Para Andrés Seminario, presidente ejecutivo de la marca Actúa verde, la fórmula de las tres R es la clave: Reciclar, Reutilizar y Reducir los consumos, ya sea en la empresa como en la casa.
“Acoger un programa de responsabilidad ambiental es lo mismo que ponerse a dieta: los resultados se ven a largo plazo”, dice. Seminario además recomienda ‘tips’ para reducir la contaminación: utilizar menos productos descartables, cerrar la llave mientras se enjabona, utilizar un solo auto y usar bolsas de tela para las compras son los consejos.
Fomentar la ecología en los más pequeños es otra de las metas. La Fundación Galo Plaza Lasso, que cuenta con el respaldo de la empresa privada, promueve el reciclaje en las aulas.
Ángel Fienco, director de la entidad, explica que hasta el momento hay seis establecimientos de Guayaquil confirmados, que suman 4 000 estudiantes.
El proyecto consiste en clasificar los productos reciclables para luego venderlos. “Vemos estudiantes que toman colas y botan la botella a la calle, queremos que comprendan que pueden venderla, así salvar al planeta y ganar dinero”, expresa Fienco.
Con el dinero recaudado, los estudiantes desarrollarán huertos orgánicos en cada institución. Habrá una charla mensual sobre formas de ayudar al medioambiente en cada unidad educativa y el 5 de junio de cada año serán premiados los estudiantes destacados en la labor ambientalista.
La reforestación es otra de las estrategias. La Cámara de Agricultura de la II Zona y la Prefectura de Guayas tienen un plan conjunto de siembra de árboles nativos en distintas zonas de Guayas. La meta es rescatar especies como roble, guayacán, Fernán Sánchez y otras típicas de la Costa.