Jama fue uno de poblados más golpeados por la catástrofe. La población clama por ayuda. Fotos: Galo Paguay/ EL COMERCIO
Las poblaciones afectadas tienen diferentes necesidades. De ahí la importancia de organizar la ayuda humanitaria. En Jama (Manabí), por ejemplo, lo que más se necesita es agua y alimentos no perecibles.
El párroco del sitio, Leonel Zapata, solicita, además, plantas de energía y antenas portátiles para el restablecimiento de la señal de celular. También apoyo social para la gente que ahora vive en carpas improvisadas.
En Matal se pide lo mismo, pero también transporte para trasladar a la gente con problemas de movilidad y embarazadas, ya que hasta al mediodía del 18 de abril del 2016 la carretera de ingreso al sitio estaba cerrada.
Algunos ya hablan de la necesidad de que les den acceso a solares para construir sus casas, ya que estas se hallaban en la loma, pero se derrumbaron.
Por su parte, los voluntarios médicos de universidades, que principalmente están en Pedernales, indicaron que requieren guantes, jeringillas, mandiles, apósitos, entre otros.