En Bahía de Caráquez hay 75 edificios que oscilan entre los 6 y 10 pisos. Ahora todos están deshabitados tienen grietas en la mampostería. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
El día del terremoto llovieron piedras en el norte de Bahía de Caráquez, en Manabí. Pedazos de paredes y vidrios se desprendieron de los edificios de hasta 10 pisos. La vivienda de una planta de la familia Riascos Delgado quedó afectada por la caída de escombros de una torre de apartamentos de al lado.
En la fachada de la casa hay un letrero con la palabra “damnificados”. Al llamar a la puerta, nadie sale. Está vacía, porque la gente prefirió ir a vivir con sus familiares. En una casa cercana, de propiedad de María Briones, temen que con las réplicas las torres se vayan abajo y causen destrucción en las pequeñas viviendas cercanas.
Ella pasó durante 14 días en un parque a una cuadra de su casa. Ahí se sentía segura porque estaba lejos de la edificación, pero tuvo que regresar a su domicilio porque sus hijos se enfermaron debido a la brisa nocturna. Sin embargo, tiene en la puerta dos carpas listas para usar en caso de que un nuevo sismo comprometa la seguridad de su familia.
La casa de Javier Pazmiño esta junto a otro edificio. Al levantar la cabeza se observa las grietas en todas las paredes de la torre. Dice que en una inspección preliminar realizada esta semana los técnicos determinaron que no representa una amenaza, pero él tiene miedo y cree que, al menos, se deben tumbar los dos últimos pisos.
En Bahía de Caráquez hay 75 edificios que oscilan entre los 6 y 10 pisos; 20 de ellos quedan en la punta norte. Ahora, todos están deshabitados tienen grietas en la mampostería. Los daños, en algunos casos, también son estructurales.
Vicente León, delegado de la mesa de infraestructura del Comité de Operaciones de Emergencia (COE), señaló que la próxima semana técnicos nacionales realizarán las inspecciones para determinar cuál es el grado de afectación. Adelantó que en un estudio preliminar se identificaron cinco con fallas graves a la vista.
Se prevé que técnicos del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) y del Cuerpo de Ingenieros del Ejército participen de las observaciones. Se utilizará tecnología especial para medir el impacto en las construcciones.
Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
El edificio Bahía Blanca será demolido. Las columnas centrales están torcidas. Mauricio Gómez de la Torre invirtió USD 70 000 de su jubilación para comprar un departamento y 20 000 adicionales para readecuarlo a su gusto. Pero no lo aseguró, así que piensa que no podrá recuperar ni un centavo.
Las personas que contrataron seguros privados deberán esperar una revisión técnica para empezar con el papeleo y recuperar parte de lo invertido en los inmuebles. Los propietarios no saben si alcanzarán a presentar los informes a las entidades estatales para acogerse a los beneficios creados para las víctimas del terremoto.
El arquitecto León, quien también es el encargado de infraestructura del Municipio de Sucre (al que pertenece Bahía), señaló que si un edificio tiene daños graves en su infraestructura puede afectar a las casas que estén en un rango de 50 metros a la redonda.
A lo largo de la calle Horacio Costalle, entre la Daniel Hidalgo y Marañón, en el centro norte de Bahía, este Diario contabilizó cinco edificios de ocho pisos. Estos están en medio de 15 casas de entre uno y dos plantas.
En las veredas hay restos de escombros que cayeron desde las estructuras. No hay servicio de energía eléctrica en los postes cercanos a las torres ni en sus instalaciones. Cintas naranjas, amarillas o rojas restringen el paso vehicular por las calles cercanas.
Al caminar cerca de los edificios, dos luces rompen con la oscuridad. Provienen de las linternas de Enrique Gilces y Alex Pazmiño, conserjes de dos de los torres afectadas. Se movilizan en motocicleta y cargan bates de madera por si se encuentran con ladrones que intenten llevarse objetos de valor de los departamentos. Señalan que en otros multifamiliares ya hubo hurtos.
Hay que caminar con cuidado, también existen motorizados que asechan a las personas que caminan por las zonas oscuras. “Les encañonan y les roban todo”, dice Gilces, quien debe estar “mosca”.
Los saqueos en Bahía no son novedad. El 16 de abril, mientras el suelo seguía temblando, delincuentes aprovecharon para robarse todo lo que tenían de los departamentos que suelen estar vacíos ya que, en su mayoría, pertenecen a personas de otras ciudades del país y no de Bahía, que solo llegan a vacacionar allí.
La imagen de los edificios sin luz cobra fuerza cuando se observa a Bahía desde San Vicente. La postal de una ciudad con altas construcciones iluminadas desapareció. En la noche, apenas hay iluminación a ras del suelo y los edificios se ven a lo lejos en tonos oscuros.