La esposa de Ronni Cruzati murió en el terremoto. Ahora Ronni vive en la casa de su padre con sus tres hijos. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
San José Peñas es una comuna de Portoviejo. A lo largo de la estrecha calle asfaltada hay pequeñas casas levantadas con madera.
Unas están cerca, otras alejadas. Pero todos saben lo que sucedió con María Saltos, una madre que apenas había cumplido 39 años y hace seis meses dio a luz a su tercer hijo. Ella murió en el terremoto del 16 de abril.
Al llegar a la comuna la gente sale rápido de los patios. Uno a uno cuentan sus historias del día en que ocurrió el sismo y de lo que pasó después.
No tienen dónde dormir, tienen miedo a las réplicas, los niños lloran y sufren pesadillas.
Pero todos coinciden que lo peor fue la muerte de su vecina María Saltos. Todos señalan una casa de cemento que está en el piso. Allí murió ella.
En esa vivienda ya no hay nadie. Todos se han ido. Su esposo, Ronni Cruzati, y sus tres hijos ahora están en la casa de su padre, una pequeña vivienda que queda en la vía que une a Portoviejo con Bahía.
Ahí se encontraba Ronni la tarde de este 26 de abril del 2016. Estaba por salir a misa junto a sus hijos.
Cuando se le pregunta por su esposa se desespera y habla rápidamente: “Vea le juro que no teníamos problemas. Era la mejor relación que teníamos”, dice mientras se coge la cabeza con sus dos manos y luego se tapa los ojos.
María murió cuando recogía la ropa junto a su hija mayor de 14 años. Cuando la tierra comenzó a temblar la niña corrió, pero ella se quedó parada y la casa se vino encima.
“Mis hijos”. Eso fue lo último que escuchó su hija. Se movió un poco y perdió los signos vitales.
A esa hora su esposo estaba en Canoa. Se había ido con un flete que realiza con su vieja camioneta.
Cuando se produjo el terremoto dejó el carro ahí, pues no pudo salir. Tomó un bus y cuando llegó todos los vecinos estaban en casa tratando de sacar a María.
Su esposo recuerda que hace 15 días ya le había dicho a María que él temía que se produzca un terremoto. “Lo dije que estos fuertes calores que hacía no son normales y que podía venir un sismo”.
Por eso le decía que en caso de que la tierra tiemble corra, que no se quede adentro. “Pero vea lo que es la desgracia. Se quedó parada y se nos fue”.