La Terminal Terrestre de Quitumbe la noche de este jueves 26 de mayo del 2016. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Poco a poco las personas llegaban a la Terminal Terrestre de Quitumbe la noche de este jueves 26 de mayo del 2016. Aunque la cantidad de viajeros era mayor a la que se observó en la tarde, no fue igual a la que se acostumbra a ver antes de un feriado.
Los operadores de las compañías de transporte coinciden en que esta vez la demanda de pasajes fue menor. Ya sea por la crisis económica o por el terremoto, las ventas no fueron las esperadas, dice Diego Montalvo, de Flota Imbabura.
En esta cooperativa el destino más solicitado fue Guayaquil, pero aún así quedaban boletos todavía para viajar la noche de este jueves. Eso no pasaba en anteriores feriados, considera Rolando Jiménez, quien llegó apresurado a la terminal imaginando que ya no encontraría boletos.
Lo mismo le ocurrió a Ricardo Armijos, que logró conseguir un pasaje para ir a Machala a visitar a su familia. A las 19:30 llegó a Quitumbe y pudo conseguir un puesto en el bus de las 23:00 en Panamericana.
Manta y Portoviejo fueron los destinos más solicitados en Panamericana. Para estos sitios también había todavía boletos disponibles. La cooperativa habilitó una frecuencia más para operar este feriado con la idea de que gran cantidad de personas se movilizarían desde Quito, cuenta una de las operadoras.
Para Ana Reyes, quien deseaba viajar a Quinindé, los pasajes “están muy caros” y eso hace que la gente pierda la motivación de viajar. Ella quería ir junto a una sobrina que tiene discapacidad, por lo que estaba esperando que la operadora les asegurara que les permitiría desembarcar en un punto específico, antes de comprar los pasajes.
En los andenes, las filas más grandes se formaban para embarcar en los buses que se dirigían a Santo Domingo de los Tsáchilas y Guayas. Por la noche, a diferencia de la tarde, las cooperativas que se dirigían hacia la Costa fueron las que más concurrencia tuvieron. En las de la Sierra, las filas para comprar los boletos no superaban las diez personas.
En los exteriores de la terminal, se ubicaban agentes civiles de tránsito controlando el flujo vehicular en la zona.