El temor por un 'gran terremoto' persiste en California desde 1906

de 1906. The art archive / afp

de 1906. The art archive / afp

Fue a las 05:12 del 18 de abril de 1906 y pudo sentirse a lo largo de toda la bahía de San Francisco. El terremoto ocurrido hace casi 108 años está considerado como uno de los más grandes desastres naturales de la costa oeste de EE.UU.

Los reportes históricos apuntan que duró entre 45 y 60 segundos. Las mediciones de su intensidad difieren por la escasez de estaciones especializadas, pero según los científicos de la época, fue de entre 7,7 y 8,3 grados en la escala de Richter (creada en 1958).

Pero más allá de los reportes de 700 muertes y miles de edificaciones destruidas, el Centro Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) afirma en su página web que este sismo de gran magnitud marcó un inicio dentro de las investigaciones respecto de las placas tectónicas, sus fallas y los efectos potenciales de su liberación de energía.

Por esta razón, la falla de San Andrés, donde se originó el movimiento telúrico de 1906, se volvió una especie de fantasma que ha sido el punto de partida de toda la política de prevención de desastres en el estado de California.

La página en Internet de la USGS dedica un detallado segmento a la información sobre el terremoto de San Francisco. Y uno de los enlaces más destacados es el que intenta responder a la pregunta: ¿cuándo pasará nuevamente? Si bien asegura que el cálcu­­lo más aproximado lleva a establecer que eventos de esta intensidad ocurren cada 200 años, existe una considerable probabilidad de un gran terremoto (llamado en inglés 'The Big One') antes del 2032.

Un riesgo aún mayor

Aunque la amenaza subyacente del 'The Big One' siempre ha estado relacionada con la falla de San Andrés, un reportaje del diario Los Ángeles Times, publicado el pasado 12 de marzo, habla de un fenómeno geológico con un peligro potencial mucho mayor.

Se trata de la falla de Cascadia, ubicada un poco más al norte, que se extiende alrededor de 1 500 kilómetros en la zona comprendida entre el norte de California y la ciudad de Vancouver, en Canadá. Excavaciones y otros estudios a lo largo de estos años han logrado establecer que ahí se produjo un terremoto de aproximadamente 9,0 grados de magnitud el 26 de enero del año 1 700.

Nativos americanos contaron historias de cómo en esa ocasión "la pradera se convirtió en océano y las canoas flotaban entre los árboles", debido a que la línea de la costa cayó al menos 1,5 metros y el mar se adentró en el continente. El tsunami ocasionado por este sismo llegó hasta Japón, destruyó viviendas y anegó grandes cultivos de arroz.

La fecha exacta pudo establecerse cotejando los estudios de las cortezas de los árboles, que habían establecido el año del sismo entre 1690 y 1920, con registros históricos en Japón, que relataban un maremoto en 1700 sin un sismo que lo originara.

Al respecto, el Centro Nacional de Alerta de Tsunamis estadounidense ha establecido que, de ocurrir un sismo similar, olas de más de 30 metros podrían llegar a azotar casi toda la costa oeste de ese país, e incluso de Canadá. Por eso, cientos de artículos le dan el nombre de 'megaterremoto'.

Los expertos afirman que lo ocurrido hace más de 300 años sobre la falla de Cascadia no tuvo un mayor registro histórico, porque en ese entonces se trataba de una área prácticamente inhabitada.

Pero si ocurriera en la época actual, tendría devastadores efectos en las poblaciones que se levantan ahí, por lo que las autoridades de los estados de Oregón y Washington, además de California, empiezan a contemplar medidas.

Por ejemplo, en las costas de Oregón dos sensores fueron instalados en aguas profundas. Tienen la capacidad de enviar información precisa sobre la intensidad de un tsunami en menos de 5 minutos.

Y debido a que en condados como Grays Harbor en el estado de Washington no cuentan con lugares altos, este verano empezarán a construir en una escuela primaria un gimnasio con un techo especial, que permita que un máximo de 1 000 personas puedan trepar para resguardarse de las grandes olas, protegidos por un gran muro. Con esta misma idea, las autoridades locales y federales empiezan a dialogar sobre la posibilidad de construir alrededor de 50 refugios de ­tsunamis, que consistirían en colinas artificiales capaces de albergar al menos a 800 per­sonas cada una.

En contexto

Casi un año después del terremoto de 9,0 grados Richter y el posterior tsunami que devastó a Japón el 11 de marzo del 2011, el Gobierno nipón aceptó la posibilidad planteada por los científicos de que un terremoto de más de 7 grados pudiera afectar a Tokio hasta el 2016.

Haga clic aquí para ver la infografía.

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