La casa de Ramón Chávez, en El Aromo, está construida con la técnica del enquinche. Foto: Patricio Ramos / EL COMERCIO
El enquinche es el material que se utiliza para la edificación de las viviendas. Permanecen frescas aunque haya un sol ardiente afuera y abrigadas cuando se siente el rigor del frío.
Las viviendas construidas con la técnica ancestral del enquinche se mantienen temperadas gracias a su estructura de madera y caña guadúa, y a su cubierta de cade (hoja de la palma de tagua).
En Manabí, quienes viven cerca al mar y en las estribaciones de un ramal de la cordillera Chongón y Colonche usan esta técnica para vivir en condiciones climáticas agradables.
La quincha es una mezcla de estiércol de burro, con tierra arcillosa, paja y agua. Esa conjunción de materiales amigables con el ambiente es aplicada en las paredes de caña guadúa picada. En la zona de El Aromo, en el sureste de Manta, hay una decena de casas que fueron construidas con esta técnica ancestral. La vivienda de Ramón Chávez Lucas es la más pintoresca del lugar.
La casa de Chávez fue construida hace 35 años, tiene dos pisos y ocupa una superficie de 9×9 metros. La zona donde está ubicada la casa del agricultor se cubre por las noches y madrugadas de neblina, pero el enquinche la mantiene cálida.
¿Cómo es el proceso de enquichado?
Chávez comenta que primero habló con la gente que acopia el estiércol de burro. “Compré 25 quintales de estiércol y luego contraté un ayudante para realizar el proceso”.
Para entonces ya había trabajado en la estructura de madera. La casa va sobre pilares a un metro de altura del piso. Eso permite el paso del viento y el agua cuando los inviernos son fuertes, comenta Andrés Cañizares, arquitecto de profesión y constructor.
“La quincha es la unión del guano de burro con tierra negra, a veces paja y agua. Aquí los peones calzando botas plásticas majan esta composición con sus piernas por dos y tres horas hasta obtener una masa consistente”.
Una vez lista, la quincha es colocada sobre las paredes de caña guadúa, con la ayuda de un pedazo de madera plana. Según Cañizares, las casas que se construyen con esta técnica milenaria son térmicas, frescas en el día y calientes por las noches, para soportar los vientos helados que llegan con la corriente fría de Humboldt, de junio a septiembre hacia las zonas de mediana y baja pendientes sobre el mar.
En la casa de Chávez hasta el balcón tiene su pared cubierta de enquinche. Las ventanas son muy pequeñas, de 50×50 cm.
Carlos Delgado Pico, otro habitante de El Aromo, construyó hace 25 años su casa con esta técnica. “El guano de los burros tiene un olor pestilente y por eso cuando se lo maja con las piernas tiene que ser por las madrugadas, cuando no hay sol para que no huela mal”.
La casa de Delgado Pico es de un piso. Ahí el enquinche fue ubicado solo en la parte exterior de las paredes. “Ya no alcanzó el dinero para conseguir más guano de burro”.
La paredes que son enquinchadas tardan en secar entre 10 y 15 días. Mientras eso sucede, los peones ponen la cubierta de cade.
Según Cañizares, esta técnica también fue utilizada en las primeras formas de vivienda en la actual zona urbana de Manta. “Aún hay rastros en casas en el centro de la ciudad”.
En el sitio Las Pampas, zona rural de Montecristi, sus 350 habitantes viven en 50 casas de este tipo y sus paredes son recubiertas por dentro y por fuera. En la zona, las garúas y las neblinas son constantes y provocan por las tardes, noches y madrugadas frías de hasta 15 grados centígrados.
Miguel Camino, consultor en arquitectura, dice que “el guano de burro funciona como aglutinante con la tierra, se podría decir que es un cemento natural”. La mezcla se realiza hasta por tres días para alcanzar la consistencia adecuada”.