Las tarifas de transporte urbano

Si bien el reciente diálogo entre voceros gubernamentales y dirigentes del transporte urbano impidió que el descontento se convirtiera en un nuevo problema social y político para el Régimen, tarde o temprano a este le tocará asumir la responsabilidad de fijar tarifas reales o buscar mecanismos inteligentes y creativos.

Es cierto que la calidad del servicio no ha mejorado en estos años, a pesar de que se introdujeron cientos de nuevas unidades y se dio de baja a otras tantas que contaminaban el ambiente y ponían en peligro la vida de los pasajeros.

Sin embargo, también es cierto que la última alza de pasajes fue en 2003, es decir, hace siete años, y es evidente que en este lapso se han incrementado los costos de los repuestos y el monto del salario básico que deben pagar los dueños de unidades a sus respectivos conductores.

Los empresarios exigen al Gobierno un alza de USD 0,25 a USD 0,45 sobre la base de los dos aspectos ya enunciados: el aumento del precio de insumos, llantas, etc., y el alto costo de la vida. Ellos argumentan que en siete años los costos operativos han subido y dan ejemplos: un lubricante se elevó de USD 18,50 a USD 90, mientras un neumático, de USD 240 a 550.

En el reciente diálogo en Carondelet, aparentemente, se logró atenuar las molestias y las exigencias del sector gracias a promesas de apoyar la importación de repuestos y la renovación de unidades sin excesivas cargas tributarias, pero la oferta no parece convencer del todo.

El Régimen tiene en sus manos un problema importante por resolver, pues cualquier elevación en el pasaje afectaría directamente a su base electoral, lo cual, políticamente, no le conviene.
 

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