En estos 30 años de democracia, esta fue la tercera renegociación con los acreedores externos privados. Y, analizándola un poco más, no fue tan buena.
La primera vez fue en 1994, cuando el gobierno de Durán Ballén renegoció la deuda que el Ecuador tenía con bancos privados del exterior. Esa deuda estaba en mora desde el gobierno de Febres Cordero y había seguido en mora durante el gobierno de Borja (aunque algo se pagó de intereses). Finalmente, a fines de 1994, se llegó a un acuerdo con los bancos a los que se les entregó bonos Brady por USD6,075 millones a cambio de USD7,962 millones que les debíamos a ellos. Esa operación redujo el monto de esa deuda en USD1,887 millones (24% del monto original).
En 1999, durante el gobierno de Mahuad, el Ecuador volvió a entrar en moratoria. Al año siguiente, ya con Noboa de presidente, se volvió a renegociar la deuda, canjeándose esta vez ‘bonos por bonos’, pues se entregaron USD3,950 millones de bonos Global por USD6,461 millones de bonos Brady y Eurobonos. En esa ocasión de redujo el monto de esa deuda en USD2,511 millones (o el 39% del total).
Vale aclarar que en esas dos renegociaciones el Ecuador nunca tuvo que desembolsar dinero, pues pudo cambiar ‘bonos por bonos’ o ‘bonos por deuda’. Si los acreedores aceptaron bonos es porque vieron la mala situación de la economía nacional, pero comprendieron que había buena voluntad para llegar a un arreglo con ellos. Al aceptar bonos, estaban confiando en la palabra del país.
El mes pasado el Ecuador recompró una parte de los bonos Global 12 y 30. De un monto original de USD3,210 millones que había de esos bonos, quedan solo USD290 millones, pero el país tuvo que desembolsar USD900 millones. Simplificando un poco, eso significa que hubo una reducción de USD2020 millones (o el 63% del total).
Cabe recalcar que, en esta ocasión, al Ecuador los acreedores no le hubieran aceptado ‘bonos por bonos’ sino que querían ‘plata contante y sonante’. Esta vez, al país no le creyeron porque sintieron que no estábamos negociando de buena voluntad. Estábamos en condiciones de pagar y decidimos no hacerlo con un argumento muy deleznable de ‘ilegitimidad’.
En los dos primeros procesos de renegociación, el flujo de caja del Gobierno mejoró porque no hubo que desembolsar recursos. En este último caso, el país tuvo que pagar USD 900 millones, casi lo que se hubiera tenido que pagar en tres años de intereses. El flujo mejorará recién en 2013.
En resumen, la renegociación de Noboa es la que más ahorro logró, medida en dólares. La última es la que más ahorro logró en términos porcentuales, pero es la única que ha tenido un efecto negativo en el flujo de caja del Estado y es la que, de lejos, más ha dañado la reputación del país.