Álex Puruncajas. Desde Taiwán
Yunis Palacios, entrenador de la selección chilena de fitsball (deporte que consiste en pasar un balón con las manos o los pies en una cancha rectangular dividida por una red), y sus 12 pupilos llegaron ayer al estadio Chung Cheng, custodiados por una patrulla de la Policía de la ciudad taiwanesa Kaohsiung.
Las cifras del torneo
USD 300 millones invirtió Taiwán para los Juegos. El Municipio de Kaohsiun entregó USD 15 millones para la logística de este torneo internacional.
4 00O atletas de 100 países participan desde el 16 hasta el 26 de julio en el torneo.
USD 200 millones es el presupuesto anual de Taiwán para la educación deportiva.
El país organizará en noviembre los Juegos Sordolímpicos con 3 652 competidores.Eran las 11:00 (de Taiwán) y el sol y los 38 grados de temperatura se sentían con fuerza entre los atletas. Los araucanos lucían distendidos pese a las estrictas medidas de vigilancia. El Comité Organizador cuenta con 5 000 oficiales de la Policía y del Ejército para la protección.
¿Por qué la seguridad se volvió una prioridad en el torneo? Tai Hsia-ling, ministro del Consejo de los Asuntos del Deporte de Taiwán, tiene la respuesta. “Queremos garantizar que somos capaces de organizar un torneo grande. Y, así, mostrar que podemos desempeñarnos como miembros de la comunidad internacional”.
La nación asiática es reconocida en el mundo por la Organización Mundial de Comercio, pero lucha por un espacio en las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio. Por ello, este torneo sirve como una plataforma publicitaria en el mundo.
Es por eso que el Estado destinó USD 300 millones de presupuesto para la cita deportiva. La Municipalidad de Kaohsiung debió buscar USD 15 millones. El dinero se invirtió en la logística, las 23 sedes, el hospedaje, la alimentación de los 4 000 atletas…
La seguridad es prioritaria. Así, además de la vigilancia con patrullas a los deportistas, en cada sede existen al menos 5 oficiales en las puertas de acceso. En las puertas de ingreso a las 21 sedes, dos gendarmes y cuatro voluntarios solicitan al visitante sus objetos personales y revisan sus vestimentas. “En verdad me sorprende todo esto. En la calle, la gente es amigable y en las sedes también. Pero igual hay vigilancia”, dice el entrenador Palacios, antes del partido ante Austria.
El presupuesto para los Juegos también se invirtió en la tecnología. En las 21 sedes, existen una sala para los deportistas y otra para los medios de comunicación. Ahí, aparecen, por lo menos, 10 computadoras enlazadas a un sistema inmediato en la Internet. El resultado de las más de 30 disciplinas se actualiza cada minuto. Un grupo de cerca de 50 personas renueva la información.
Los atletas reciben el hospedaje en hoteles privados de la calurosa ciudad asiática. Esta vez, se desestimó construir una villa olímpica.
La ciudad también evidencia el ambiente deportivo. El sistema rápido de metro elevó el promedio de clientes diarios. Hsu Wei, administrador de las relaciones públicas del tren, explica que diariamente 10 000 personas están usando este transporte.
Yu han Lin, una de las 4 000 voluntarias que domina tres idiomas, ratifica el hecho. Ella atraviesa diariamente la ciudad en el tren, desde las 10:00, hasta llegar a las sedes. La estudiante universitaria, de 21 años, relata que en sus recorridos observa los dibujos de las mascotas oficiales Gao Me y Syong Sei en las paredes del centro y sur de la localidad.
Los atletas, en cambio, poseen traslado propio. Desde la Municipalidad en el centro de la ciudad, cada 20 minutos sale un bus para guiar a los deportistas a los lugares de las competencias.
Gabriel Araujo, brasileño seleccionado de fitsball, ve la organización sin problemas. “A mí lo único que me ha molestado es el calor y los mosquitos”, dice sonriente en el estadio Chung Chen.
La clave para que no existan protestas, según el ministro Tai Hsia-ling, fue empezar hace seis años. Kaohsiung se postuló como sede en 1993 y ganó.
Por ello, los Juegos se volvieron una especie de reto para la comunidad . Esto, pese a que el país aún tiene restricciones en el ámbito deportivo.
En la inauguración, la noche del 16 de julio, por ejemplo, en las gradas del estadio Main, los espectadores agitaban banderas blancas con el nombre de Taiwán. En cambio, los aficionados locales no podían exhibir la Bandera de su país en el escenario porque pesa una restricción para que Taiwán utilice su nombre oficial en competencias internacionales.
Por ello, en el apoteósico desfiles, los taiwaneses fueron presentados con el nombre de Chinese-Taipe (China Taipei).
La intención de esta nación es organizar un torneo más universal. Tai Hsia-ling no descarta pedir la organización de unos Juegos Olímpicos en el futuro.