Tengo la idea de un negociazo. Tomando en cuenta el apetito pasional de la gente, y salvo que haya un gran cambio en la coyuntura, creo que quien se ponga las pilas se puede hacer una fortuna.
La idea me vino mientras la cadena sabatina todavía me seguía fresca en la mente. Había escuchado a Mario Silva (el conductor de un programa en el canal estatal venezolano VTV) lamentarse de la ‘novela’ que harían los medios privados del último conflicto Uribe-Chávez, había acabado de leer cómo se le impidió al periodista deportivo Carlos Víctor Morales acceder al palco de prensa del Monumental y luego leía el correo de un lector que calificaba a colegas columnistas de “mozalbetes”, “cavernario”, y “gusano” y pretendía que yo comprenda y sea cómplice de dichos descalificativos.
Pues bien, está muy de moda el escandalizarse al recibir posturas contrarias, y consiguientemente despotricar contra el medio de comunicación que ose a transmitir semejantes herejías. Desgraciadamente, los seres humanos, automáticamente pensamos y valoramos al enfrentarnos a una noticia, por lo que es imposible que un medio dirigido por seres humanos sea cien por ciento objetivo y desapegado de toda parcialidad.
Quien se inventa un robot informador o una máquina redactora que pudiese transmitir noticias sin adjetivos que pudiesen evidenciar el más mínimo juicio de valor, se forra. O, al menos, un método revolucionario para poder emitir una opinión sin postura, para la que parece haber una demanda impresionante. No solamente aquí en el Ecuador, donde particularmente hay demanda, pero en otros países de la región y de Centroamérica que parece haber un mercado evidente.
Además, no habrá competencia de parte de empresas europeas y norteamericanas. Ya que en esos países se asume como natural que los medios tengan tendencias, e incluso, se estima que eso enriquece la difusión de información. Difícilmente esos países se interesen en este nuevo producto.
Al mismo tiempo, yo recomendaría a este inventor visionario la lectura del premio Nobel Amartya Sen. Él explica que las hambrunas no se suelen dar en regímenes donde el pluralismo político y de la libertad de prensa presionan a favor de la intervención de las autoridades públicas. Por ejemplo, cita las hambrunas de Etiopía, Sudán, y particularmente la de China de los años 1958 a 1961 en donde se estima que se murieron de hambre entre 23 y 30 millones de chinos, sin que el hecho haya sido mencionado en la prensa local. Así al aliarse a las empresas agrícolas o las importadoras de alimentos, se haría un negocio redondo.
Éticamente tengo mis problemas en poner esta idea en marcha, pero si alguien quiere hacerse dinero aprovechando de la actual moda, allí tiene la idea.