Flavio Paredes Cruz
Redacción Cultura
Risas y la lágrimas fueron una constante en el desarrollo de la obra teatral ‘Sueños’, de Fundación El Triángulo.
Ambas reacciones compartieron tiempo y espacio ante las gratas emociones que experimentó el público, la noche de su estreno, el jueves, en el Teatro Sucre.
Sobre la obra teatral
La pieza se divide en dos actos. El primero es La ciudad dormida y el segundo se denomina Fábrica de Sueños.
Las funciones se repiten el 11 y el 12 de este mes. El costo de las entradas es de USD 15 y 7,50.
A la salida de la sala del Teatro Sucre, los integrantes de la Fundación El Triángulo vendieron agendas con los motivos del vestuario de los personajes. El monto recaudado es destinado a las actividades de la Fundación.
Un avance del proyecto se mostró en el Teatro Variedades. El objetivo actual de los organizadores es difundir la obra hacia más espacios y públicos.
Marco Bustos, el director artístico de ‘Sueños’, no olvidó agradecer a todas las personas que aportaron al proyecto.
La Fundación montó en 2005 el musical ‘La ruta del amor’. De ahí surgió el proyecto actual.Este fue un proyecto que se sumó a la campaña Arte sin barreras, de la Vicepresidencia de la República. Dos años y medio de proceso mostraron su resultado sobre las tablas de un teatro, ante un público satisfecho.
La historia de ‘Sueños’ es bella. Conmueve, porque toca al espíritu, en el momento cuando la felicidad se expresa a través de las lágrimas que suceden a una sonrisa o a un saludo hacia los espectadores, a un gesto.
Esa acción mínima pero significativa de los intérpretes reveló emociones, rompió la coraza del público; un escudo que se arma (como defensa, acaso como refugio) al habitar entre el concreto y el hormigón, entre el pavimento del día a día.
Justamente fue ese ruido, esa falta de armonía que oculta a los otros, el que se plasmó en los minutos primeros de esta pieza: una ciudad caótica e indiferente, que dejaba atrás al ser humano.
Frente a ello se representó una fábrica de sueños, donde se manufactura ese territorio ilusorio donde los anhelos y la ilusión se tornan realidad, donde todos somos iguales. El espacio para vivir, para simplemente ser.
La de ‘Sueños’ fue una puesta en escena que dio tiempo para el teatro puro, para el mimo, para el títere, para las sombras, para la danza, para el objeto.
El montaje presentó un lenguaje escénico con una base diferente: se estructuró sobre las distintas corporalidades, sobre la voluntad y el ritmo de los propios chicos.
Con la interpretación actoral y musical estuvo la dinámica de la escenografía, así como su estética. Un aspecto que se complementó con los detalles del vestuario, colorido, fantástico.
Así también, entre los elementos recursivos del teatro se destacó la música, un lenguaje que acompañó al movimiento de cada uno de los intérpretes y que dejó ver los motivos de cada uno de ellos.
En la sala del Teatro Sucre ya no cabían paternalismos, no había espacio para el eufemismo ni la discapacidad. No hubo barreras. Si hubo luz alguna que fallara estuvo ausente del espectador que reparara en ello. Todos estaban absortos, como idos, sonriendo, suspirando, soñando.
Al final, tras las sombras y el color, tras la música y el silencio, tras las posibilidades abiertas surgió el aplauso grande, la ovación que, de pie, reconoció el esfuerzo y la entrega, la creatividad y el talento, la inocencia, la fuerza, la “belleza desde la diversidad”.
Entonces se reparó en cuán lleno estaba el espacio. Luneta, palco, platea, todos juntaban las manos para felicitar, para agradecer al elenco (81 muchachos, 24 docentes y artistas invitados).
El presidente, Rafael Correa, y el vicepresidente, Lenín Moreno, se unieron a la felicitación.
Si el lector quiere creer en la vida y en el ser humano, si desea darle una oportunidad a la esperanza y a la alegría, la obra se vuelve imprescindible. Puede ir al Teatro Sucre durante las próximas funciones. Sueñe…