Durante la época de vacaciones, el tiempo que las personas dedican para dormir suele cambiar. Foto: Pixabay
En la época de clases, la pequeña Jossenytd duerme nueve de las 24 horas del día. En vacaciones esta rutina cambia: se acuesta más tarde y descansa dos horas más. A su madre Marisol Borja no le preocupa esta variación, ya que su hija solo está ‘recargando’ energía.
El sueño es un proceso fisiológico, que influye en el crecimiento, la memoria y el estado de ánimo. Contrario a lo que se piensa no es una actividad pasiva, ya que el cerebro está en actividad para, entre otras funciones, guardar la información recopilada durante el día.
Esta función se cumple cuando una persona llega a un estado de relajación absoluta. Se lo conoce como REM o movimientos oculares rápidos -por sus siglas en inglés-. Esta es la última fase de cuatro existentes.
Niños como Jossenytd, de 9, alcanzan ese nivel, siempre que lleven un estilo de vida saludable: alimentación adecuada, menos preocupaciones y más actividad física.
Mientras que adultos como Marisol, la madre, no logran el anhelado sueño reparador o aquel que alivia el cansancio generado a diario.
Lo explica el neurólogo Augusto Arias. Él es coordinador de Servicios Médicos del Hospital Quito Sur, del Seguro Social. “En las primeras fases del sueño hay movimiento y es más fácil despertarse; pero en el REM no. Aquí se produce relajación muscular total”.
Durante el período escolar, la rutina de Marisol comienza muy temprano. Cerca de las 05:00 se levanta para preparar a su hija para las clases.
Pero en las vacaciones, la jornada de esta madre trabajadora varía y sus horas de dormir también. “Generalmente duermo siete horas. Pero en verano llego a nueve”.
Una situación similar vive la familia de Sandra Paspuel. En verano, su hija Valentina, de 8, se acuesta una hora más tarde porque está cargada de energía y no tiene la presión del siguiente día de clases. No logra acostarse temprano, admite la joven madre.
Esto no ocurre en los días de escuela, cuando la pequeña se acuesta a las 20:00 y se levanta a las 06:00. En sus vacaciones incluso Sandra duerme más porque se libera del estrés de preparar a su hija.
Unas horas de sueño adicionales son importantes para la relajación del cuerpo, ya que entre más dure el ciclo REM -dice Arias- es mejor para la eliminación de toxinas; pero el sueño debe ser de calidad.
Una persona puede dormir más de 12 horas y levantarse con cansancio. Mientras que otra puede descansar solo cuatro y lograr la relajación. Depende del estilo de vida.
En Ecuador no se reportó una gran cantidad de egresos hospitalarios producto de trastornos relacionados con el sueño. Los médicos consideran que debe haber un subregistro. Suman 167 ingresos, en el 2017. Esa es la última cifra registrada en el Anuario de Estadísticas de Salud: camas y egresos hospitalarios . La cifra es inferior a la del 2016, con 307.
La falta de sueño puede provocar varias enfermedades, accidentes de tránsito o laborales, problemas mentales, fatiga, poca concentración o incremento del apetito. Lo que afecta al normal desenvolvimiento de una persona.
En total hay cerca de 100 males relacionados con el sueño, entre ellos, insomnio, apneas y narcolepsia. Solo en Estados Unidos se reconoce que existen 40 millones de personas con estos padecimientos. Los tratamientos superan los USD 16 000 millones anuales.
Cuando un individuo tiene una dieta basada en grasas, fritos o carbohidratos no puede alcanzar un descanso total. Lo mismo les ocurre a quienes fuman o beben. Pero si tiene una alimentación rica en verduras y pocos carbohidratos llegará al ansiado buen dormir. El ejercicio también ayuda.
Lo dice el médico Jorge Pesantes. Él es neurólogo en el Hospital Metropolitano y además director de la Clínica del Sueño Neurovida.
El ciclo del sueño se autorregula espontáneamente desde el nacimiento. Los bebés, niños y adolescentes duermen más, al estar en etapa de crecimiento. El sueño activa varias hormonas relacionadas con el desarrollo de los pequeños.
Así, un recién nacido puede descansar hasta 13 horas. Mientras que un niño en edad escolar llega a ocho. En el caso de los adultos, entre cinco y seis horas diarias. Es importante que los padres ayuden a los niños a regular esos horarios, para que alcancen el sueño reparador.
Similar a un reloj despertador, el cuerpo sabe cuando debe dormir. Antes de la electricidad o del aparecimiento de la tecnología, el ser humano dormía tres horas más, dicen los médicos, a menos que haya algún problema de salud.
Hoy, los teléfonos, las tabletas, la televisión e incluso el trabajo dificultan el proceso normal del sueño. “Son distractores”, reconocen los especialistas Arias y Pesantes, que piden a sus pacientes mantener el equilibrio.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) insiste en la necesidad de dormir al menos seis horas diarias. No es un placer -recalca- sino una necesidad vital para un mejor desempeño de la persona.