Una carta escrita en un computador revivió políticamente el caso Bucaram, 13 años después. El autor de la misiva fue el general (r), Paco Moncayo, uno de los principales actores de las jornadas del 5, 6 y 7 de febrero de 1997, que terminaron con la presidencia de Abdalá Bucaram, el líder del PRE.
Este militar, héroe del Cenepa, ex Alcalde de Quito y actual asambleísta, intentó esta semana explicar que fue la justa demanda de un hijo por saber los hechos que precipitaron el fin de la Presidencia de su padre, lo que le motivo a caminar por los recovecos de la historia.
Sin embargo, la carta que deliberadamente se divulgó ante la opinión pública, se ha convertido en una de las armas de defensa, con la cual la nueva era del roldosismo busca impulsar una amnistía para el ex Mandatario, quien tiene dos juicios penales en suspenso por peculado.
Por más de una década, Bucaram culpó a Moncayo de haberlo traicionado. Incluso, mencionó que él fue el artífice del denominado plan ‘Zorro’ para sacarlo de la Presidencia, como finalmente ocurrió transcurridos apenas seis meses de su llegada al poder.
Durante estos años, la distancia entre Moncayo y Bucaram fue la tónica. Desde Panamá, el ex Mandatario no dudaba en calificar a su Jefe del Comando Conjunto, como el principal golpista que tiene Ecuador.
Pero el legislador, Abdalá Bucaram Pulley, hijo del ex Presidente, zanjó un enfrentamiento que, a estas alturas de las trayectorias de ambos personajes, lucía políticamente irrelevante.
De no saludarse, Bucaram hijo y Moncayo terminaron estrechándose la mano. El joven legislador pidió al General (r), a inicios de enero, que le contara cómo fue la caída del poder de su padre y si él llegó a observar las bolsas llenas de dinero que se supone salieron de Carondelet de manera clandestina. La respuesta de Moncayo no pudo ser más reconfortante para la familia Bucaram. Él no vio que aquello sucediera.
Y aunque Moncayo deja entrever en su misiva que tampoco tiene elementos para suponer que ese delito jamás se cometió, con esta ambigua declaración, el ex Presidente cambió su parecer frente al papel del entonces militar. Hoy Bucaram dice que Moncayo es un “caballero”.
Si la reconciliación permaneciera en el terreno de lo anecdótico, el corolario de esta historia sería que dos enemigos sí pueden llegar a la paz. Sin embargo, los efectos políticos que se han suscitado luego de esta carta son más delicados para la convulsionada institucionalidad del Ecuador.
La ex vicepresidenta Rosalía Arteaga encuentra una explicación sobre la “repentina” carta de Moncayo. A su juicio, él busca un respaldo político para evitarse problemas legales por la suscripción de los contratos para la construcción y operación del nuevo aeropuerto de Quito.
Según la fugaz ex Mandataria, los votos que controla el PRE, que no son más de cinco, le serían útiles para garantizarse la inmunidad y que el juicio penal no prospere. El caso se investiga en la Fiscalía Provincial de Pichincha.
Para Moncayo esta lectura no es sostenible, pues asegura que él mismo renunció a la inmunidad apenas estallaron las acusaciones en su contra por el caso del aeropuerto. En conclusión, Moncayo se acerca a Bucaram pero se gana las críticas de Arteaga.
El ahora asambleísta insiste en que su argumento para escribir la misiva fue que era necesario conocer la verdad y limpiar su nombre democrático. Él no solo ha sido llamado golpista por la caída de Bucaram, sino que fue duramente criticado por su abierto apoyo a los derrocamientos de Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2005). Asimismo, reconoció como legítimo que un hijo luche por reivindicar el nombre de su padre. Bucaram se ha hecho llamar el único perseguido político que tiene el país.
Moncayo dice que ahora vive una situación similar y que su esposa e hijos también sufren por las injustas acusaciones que, a su juicio, ha recibido por las investigaciones del aeropuerto.
Por esos motivos, señala que al escribir la carta, quiere que se conozca la verdad y que él tiene los documentos para demostrar y desmentir las versiones que se han dado sobre su actuación en la caída del líder del PRE
De inmediato tomó fuerza la idea de una comisión de la verdad. ‘Dalo’ Bucaram la propone. Sin embargo, el ex Alcalde asegura que esa es una responsabilidad del Gobierno y de los actores interesado en impulsarla.
De esta manera, Moncayo quiere que la versión de sus hechos se mantenga, por el momento, bajo el contexto de la emotiva carta de nueve páginas. Su posición terminó siendo ambigua.