Diego Montenegro A.
Enviado a Tena
Una fila de tinas de plástico con pollos pelados indicaba el sitio del improvisado comedor comunitario en el barrio Tereré, en Tena. Más allá, tres ollas grandes de aluminio con agua y un quintal de papas sobre el enlodado piso eran la señal de que habría almuerzo para los 800 damnificados de ese sector, por el invierno.
Los alimentos y ollas estaban, pero faltaba una cocina. Ninguno de los vecinos tenía, porque la inundación del pasado martes dejó con desperfectos a sus electrodomésticos. A las 09:30 de ayer llegó un grupo de 12 mujeres voluntarias. Ellas trajeron la cocina a gas que utilizan para preparar los alimentos en el colegio Maximiliano Spiller.
Son profesoras y administrativas que decidieron dejar el establecimiento para unirse a la labor social a favor de los damnificados. María Marcalla era quien organizaba a sus compañeras, asignaba responsabilidades y coordinaba el retiro de los alimentos donados que estaban embodegados en una casa del barrio.
“No podíamos quedarnos sentadas en el trabajo sabiendo que esta gente necesita ayuda”.
Con mucha destreza, Mariana Vallejo despresaba los pollos. Es bibliotecaria y reconocida en el colegio por su buena sazón. Estaba pendiente de todo: de que no haga falta sal, de que las cebollas estén picadas lo más fino posible y de que el arroz no se pase en la cocción. El menú del día: arroz con papas y pollo al jugo.
Las 12 mujeres se daban modos para preparar la comida. Unas, en cunclillas, adobaban la carne y otras, de pie, pelaban las papas.
En los alrededores, los destrozos causados por la crecida del río Tena eran evidentes. Calles enlodadas, plantas muertas y aceras llenas de muebles, ropa, juguetes y electrodomésticos destruidos.
Sorteando la maleza, a eso de las 10:30, llegó Milton Atapuma. En un costal de yute llevó cinco libras de arroz, dos atunes y dos manos de plátano verde.
“Recíbanme esto. Desde ayer no puedo comer con tranquilidad, porque sé que hay gente que lo perdió todo. La próxima semana me pagan la quincena y traeré más”. Su voz es débil y sus ojos se humedecen. Al igual que él, decenas de personas dejaron ayer sus contribuciones.
A las 12:45, un agradable olor a comida se percibía en la cancha. Los vecinos hicieron una pausa en la limpieza. “Gracias a Dios voy a poner algo en mi estómago. Es una prueba dura que nos puso la vida”, decía entre sollozos Mónica Rivera, con su hijo de 3 años, quien cogía el arroz con la mano.
La solidaridad también se evidenció en el barrio Ongota Bajo. Allí, un grupo de jóvenes dedicó todo el día para construir una casa de madera para Jacinta Grefa. El río Misahuallí se llevó su vivienda.
Los jóvenes son de un barrio del centro, que todos los fines de semana se reúnen para hacer deporte. Ayer consiguieron madera y zinc de segunda mano para devolver la vivienda a Grefa.
A sus 17 años, Alexis Flores mostró sus dotes de carpintero. Unía con facilidad las tablas y formaba ángulos, para luego ensamblarlos en una sola estructura.
“No sé cómo agradecerles”, les decía, cada que podía, Grefa.
Hasta este barrio también llegó una delegación de la escuela de Puerto Napo. Los profesores pusieron cuota de USD 10 para comprar alimentos y Edmundo
Chamorro, el director, fue el encargado de hacer la entrega.
Pasadas las 14:00, la casa de Grefa tomaba forma y un desconocido le regaló un colchón. A esa misma hora, en Tereré, los vecinos terminaron de almorzar.
Siete toneladas de ayuda
Ayer empezó a llegar la ayuda gubernamental para los damnificados de la provincia de Napo. Dos aviones del Ejército trasladaron, desde Quito, seis toneladas de enseres, ropa, toldos, útiles de aseo, material escolar y cocinas. Además, una tonelada de agua. La Cruz Roja y la Defensa Civil coordinan la distribución.
Mientras, los damnificados del barrio Bellavista Bajo realizaron una marcha por las calles de Tena, para exigir más ayuda. César Puma, uno de los dirigentes, aseguró que el aporte de las autoridades seccionales y nacionales no está acorde con la magnitud de la tragedia. “Está bien los alimentos y el agua, pero necesitamos solucionar los problemas de fondo como la falta de empleo”.
Paúl Sánchez, de la Sala Situacional, informó que llegaron una planta para purificar el agua y 12 tanques con capacidad de almacenar 2 000 litros cada uno.
Estos serán colocados en los barrios más afectados.
Por otro lado, técnicos del Miduvi evalúan cuáles serían los barrios que deben ser reubicados.
Aguacero fuerte en Guayaquil
Una fuerte lluvia, acompañada de una tormenta eléctrica, cayó ayer sobre Guayaquil pasadas las 17:00.
La intensa precipitación pluvial ocasionó que en varias ciudadelas del norte de la ciudad, como Sauces, Guayacanes, Samanes, las calzadas de las calles se llenen de agua y muchos carros se queden averiados.
En Sauces 6, por ejemplo, a causa de la inundación en la avenida principal, la Comisión de Tránsito del Guayas (CTG) debió desviar el tráfico de los buses de servicio urbano.
Allí, y en zonas populares como la vía a Daule, Bastión Popular y en el Suburbio, hubo calles anegadas debido al taponamiento de las alcantarillas, por la acumulación de basura.
Los moradores de los sectores afectados se esforzaron para evitar daños en sus hogares.
El Aeropuerto Internacional José Joaquín de Olmedo informó que hasta las 19:40 no hubo necesidad de cerrar las operaciones aéreas, pese a que se mantenía la fuerte precipitación hasta la noche.
Redacción Guayaquil