Soldados y rebeldes mantienen una guerra bajo tierra en Damasco

Guiados por el oído, los soldados y los rebeldes recurren a la astucia en la guerra de túneles que libran para controlar la entrada oriental de Damasco.

“Dependemos por encima de todo de nuestras orejas. En cuanto localizamos el lugar de donde viene el ruido, cavamos en dirección del blanco”, explica el capitán Mazen.

“Luego llega la sorpresa: o los rebeldes están en frente y hay combates, o cortamos su túnel, o lo utilizamos en beneficio propio”, añadió este oficial en el sótano de un edificio vacío en Jobar.

Este barrio controlado por el ejército es estratégico, pues da a la plaza de los Abásidas. Si los rebeldes consiguen cruzarla, pondrían en peligro el sistema defensivo del régimen.

Cerca del capitán, un agujero de siete metros de profundidad lleva a una “cámara de observación” con ordenadores conectados a cámaras colocadas en túneles cavados por el ejército.

La guerra bajo tierra

Según un militar, en Jobar la “guerra soft” (suave) transcurre en la superficie, con francotiradores emboscados de los dos bandos en edificios que a veces distan tan sólo unos metros. De forma episódica, se oyen los cañones o a la aviación lanzando barriles de explosivos.

Pero la verdadera guerra se libra bajo tierra, porque aquí -cuenta un soldado frente a su ordenador- hay dos ciudades: la de arriba, virtual, y la de abajo, real .

Para evitar a los francotiradores, todos los edificios bajo control del ejército o de los rebeldes están conectados con galerías cavadas en la tierra ocre y alumbradas por lámparas.

En el patio de un edificio de ocho plantas se ven dos agujeros que dan entrada a los túneles.

"El primer túnel es para el suministro, el segundo es para comunicar nuestras posiciones, el tercero sirve para la evacuación de los heridos. El último, que puede llegar hasta 12 metros, está pegado al edificio y si el enemigo se infiltra hacemos estallar las bombas que hemos colocado en él" , afirma el teniente Maher.

El juego del gato y el ratón 

Los adversarios no cavan sus túneles al mismo nivel para que el otro no pueda encontrar la galería.

En realidad es el juego del gato y el ratón. "El capitán Ali los vuelve locos porque sabe cómo cavar para tomarlos de revés", afirma uno de sus subordinados.

En Jobar, el ejército posicionado en el flanco oeste reaccionó hace un año cuando los rebeldes hicieron estallar los edificios donde se encontraba.

"Los hombres armados usan dos tácticas", afirmó el comandante de la zona, coronel Ramez. "Cavar hasta nuestros edificios para hacerlos saltar por los aires, o perforar galerías que van más allá de nuestras líneas para entrar en la ciudad", explicó.

El equipo del coronel pidió la ayuda de expertos en geología equipados de captores que señalan cavidades a 10 ó 15 metros de profundidad. Pero a veces descubren canalizaciones romanas.

Para el ejército hay dos líneas rojas: la plaza de los Abásidas y la "torre del 8 de marzo" en Jobar que, de caer en manos de los rebeldes, dejaría la parte este de la ciudad a merced de sus francotiradores.

Hace unos meses, cuenta el coronel, el ejército descubrió en el último momento un túnel rebelde que les permitió frustrar un "ataque masivo contra Damasco" .

Según un oficial de los servicios de inteligencia, su táctica consistía en enviar un grupo de 30 kamikazes para apoderarse de varios edificios para abrir paso a 1.000 rebeldes.

"En Jobar" cuenta, "los rebeldes cavaron un montón de túneles, algunos de los cuales los conectan con otras localidades".

En un documento titulado "la guerra de los túneles", la oficina de prensa de las Fuerzas Revolucionarias en Siria (rebelde) afirma que estas galerías tienen varios objetivos: garantizar la seguridad para el abastecimiento de ciudades asediadas, alcanzar al enemigo y destruir sus posiciones.

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