Restaurante de La Floresta encontró una receta para no cerrar en medio de la pandemia del coronavirus en Quito

El local, ubicada en La Floresta en el norte de Quito, es reconocido por impulsar el consumo de comida saludable

El local, ubicada en La Floresta en el norte de Quito, es reconocido por impulsar el consumo de comida saludable

El local, ubicada en La Floresta en el norte de Quito, es reconocido por impulsar el consumo de comida saludable. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

La emergencia sanitaria derivada de la pandemia por el covid-19 ha puesto en riesgo a las empresas. Según el Servicio de Rentas Internas desde marzo hasta julio se cerraron 940 restaurantes, puestos de refrigerio, heladerías y fuentes de soda en todo el país.

Para evitar ser uno más de esta cifra, la tienda-restaurante Casa Warmi hizo socios del negocio a sus trabajadores. Para ello, formó, a mediados de abril, una cooperativa con sus empleados para seguir operando.

La Cooperativa de Trabajadoras se llama Familia Warmi. El local, ubicada en La Floresta en el norte de Quito, es reconocido por impulsar el consumo de comida saludable, donde se mezclen los alimentos ancestrales con lo contemporáneo.

Warmi nació en el 2010 como una tienda que ofrecía panes, mermeladas y conservas. Con estos alimentos abrieron la tienda de Guápulo, donde además pusieron el restaurante. Luego, en el 2017 se trasladaron hasta La Floresta.

Vanessa Herrera, su propietaria, relata que ante la pandemia no podía ser indiferente con los empleados y las personas que formaban parte del negocio. La facturación cayó de USD 60 000 al mes a unos 3 500.

“Quisimos encontrar la manera de mantener el Warmi y que todos puedan salir ganando.

Decidimos implementar esta relación horizontal como estrategia indispensable para salir adelante frente al desafío que deja la pandemia en los últimos tiempos”.

Herrera cuenta que se propuso a los nueve empleados la opción de la cooperativa y fue bien aceptada.

“Yo me comprometí a pagar las obligaciones patronales en el IESS, pero la condición fue que todos nos bajemos el horario a medio tiempo para abaratar costos. Llegamos a un acuerdo por escrito en el que se detalló que el 50% es ganancia para el local y el 50% se reparte entre todos. Ahora se trabaja por grupos.

Cuando se inicia en un negocio se pide al equipo ponerse la camiseta y eso fue lo que hicimos. Por eso le llamamos una familia, en la que todos se ayudan entre todos.

Más allá de ser una alternativa de salvavidas, nos permite mantener el lugar, pagar lo básico, tener un sueldo de medio tiempo y, sobre todo, sostener dignamente a nuestras familias en una época tan difícil”.

El negocio de más de una década levanta una campaña en redes sociales en la que invita a los consumidores a apoyar, unirse a la propuesta y mantener el espacio de servicio a la comunidad.

Casa Warmi tiene una oferta variada de 72 productos, entre mermeladas, ajíes, salsas, aderezos, sales marinas y condimentos naturales. Además, los miércoles y sábados ofrecen una bioferia para que los clientes puedan hacer mercado de vegetales y frutas orgánicas.

Nelson Hernández lleva trabajando en Warmi por cinco años. Es jefe de cocina y cuenta que formar la cooperativa le genera una sensación de bienestar y tranquilidad.

“Es aportar y apostar por un negocio que, más allá de lo laboral, tiene un valor sentimental. Todos nos convertimos en un solo equipo. Ahora todos somos socios. Se dejó atrás el ganar-ganar porque es un mecanismo horizontal en el que todos estamos al mismo nivel”.

Hernández comenta que la tienda-restaurante ha evolucionado. El establecimiento ofrece, actualmente, un catálogo más amplio de productos y, además, ha fortalecido el servicio a domicilio. “Los meses siguientes serán difíciles, pero estamos trabajando en equipo para sortear todo entre todos”.

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