Noelia Garella es la primera maestra con síndrome de Down de Argentina. Fue invitada por la fundación Fidal para el IV Congreso Internacional de Ciencias Pedagógicas en Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
Frente a un salón repleto de maestros, Noelia Garella resumió parte de su vida y los retos que tuvo que superar desde la escuela, en la universidad y luego en el trabajo.
La joven de 32 años es maestra de inicial en un jardín de su natal Córdoba, en Argentina. Pero llegar a cumplir ese sueño -que siempre la persiguió desde niña- no fue tan sencillo.
“Les enseño a los chicos que no discriminen a nadie. Ellos tienen una maestra especial. Si desde pequeños lo aprenden, de grandes lo recordarán”, cuenta ‘Noe’, como le dicen cariñosamente.
Noelia es la primera maestra con síndrome de Down de su país y una de las pocas del mundo. Llegó a Guayaquil con su familia para participar en el IV Congreso Internacional de Ciencias Pedagógicas, organizado por la fundación Fidal y el Instituto Superior Tecnológico Bolivariano.
Sus padres Mercedes y Delfor, y su hermana Romina -también profesora-, la acompañan. La próxima semana viajará a Quito para recibir un premio a la excelencia académica y ser parte un conversatorio en la Primera Expoferia de Innovación y Excelencia Educativa.
Risueña y paciente para explicar -tal como si estuviera frente a un salón-, la maestra cuenta que recibió su título en el 2007, en el Instituto de Educación Superior de la ciudad de Córdoba.
Conseguir un empleo en su profesión no fue fácil. Durante cinco años trabajó, sin sueldo, en campañas de salud bucal con niños de su localidad. “Hacía títeres y les regalaba formitas de muelitas. Los motivaba para que pierdan el miedo cuando iban a hacerse atender”.
Esa destreza para enseñar la catapultó a un trabajo más estable, en el jardín municipal Capullitos. La comunidad, grupos de maestros y hasta la directora de esa escuela pidieron a las autoridades locales que la incluyeran en el equipo de educadores.
Y fue así como empezó a dar clases de estimulación temprana a la lectura a niños de entre 3 y 5 años de edad. “Yo les motivo a los chicos para que ellos sean buenos lectores. Hago gestos y bailes; ellos se ríen, me abrazan”.
Esmerada en dar la mejor educación a los chicos, recuerda que llevaba mucho material didáctico al aula. “Un día mis compañeras me dijeron: ‘Noe, no traigas tantas cosas, si solamente es jugar con ellos y que se diviertan’. No, yo les leo los cuentos infantiles pero siempre les dejo mensajes de la amistad, del amor, de los valores, de compartir”.
Su pasión por la enseñanza rompió las barreras de la discriminación. Sus colegas y la comunidad tuvieron una respuesta positiva a su trabajo y su nombre comenzó a difundirse por su país, donde se ha convertido en una figura de inspiración.
Noelia ha recibido varios reconocimientos por su profesión y su historia ha pasado fronteras a través de las publicaciones en medios de comunicación internacionales.
Actualmente da clases en jardín maternal Jeromito, más cercano a su casa en Córdova. Tiene cerca de 40 estudiantes, de entre 1 y 3 años de edad, de quienes se alejó por unos días para dar conferencias en Ecuador