Medidas preventivas son la norma en edificios de oficinas y comercios. En la foto, el edificio Metropolitan. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Trabajadores y visitantes hacían fila ayer frente a uno de los ascensores del edificio Metropolitan, en el norte de Quito. Cada uno tiene capacidad para 12 personas. Sin embargo, para protegerse del covid-19, ahora solo entran cuatro. En el piso hay señalética para que todos tomen distancia. El ascensorista César Jácome les dice que al ingresar deben estar de espaldas entre sí.
“Ha sido complicado lograr que se adapten a las reglas, pero como yo estoy aquí, les explico”, dice el hombre que lleva mascarilla y además un visor que cubre su rostro. Mientras responde se mueve en el pasillo, evitando que quienes salen de los ascensores se crucen con quienes ingresan.
En el edificio funcionan unas 200 empresas. No todas volvieron al trabajo presencial. En el ingreso se pasa por desinfección de calzado, manos y toma de temperatura. La espera para el turno es incómoda, pero el temor al contagio hace que todos cumplan”, dice Lorena Dávila, de la administración.
La gente teme enfermarse y no recibir tratamiento. El miércoles, la capacidad hospitalaria seguía al límite en Pichincha. 126 de 127 camas para covid-19 estaban ocupadas en las terapias intensivas de centros del Ministerio de Salud. Similar situación se vivía en los del IESS y privados.
De los 9 642 casos confirmados en la provincia, 91% (8 746) está en Quito. Otros 7 656 se mantienen bajo sospecha. Y 520 de los 568 fallecidos fueron de la capital.
En la ciudad, muchos están pendientes de las cifras. Para velar por su seguridad y la de sus clientes, Andrea colocó rejas en la puerta de ingreso a su tienda, en el barrio Juan de Salcoto (Sangolquí). No quiere aglomeraciones al interior.
Además, pintó círculos en la vereda para que los compradores tomen distancia. Ellos dicen estar de acuerdo para protegerse del contagio.
Para el epidemiólogo Jorge Albán, las medidas más acertadas son el uso de las mascarillas, el distanciamiento social y el lavado de manos. Con el cambio del semáforo a amarillo -indica- algunos ciudadanos se relajaron y no siguen indicaciones. “El virus está presente todavía en el planeta”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) se pronunció, el martes, sobre evidencias de contagio del coronavirus por aire. Esto luego de que un grupo de científicos señalara que el virus puede viajar por varios metros en sitios cerrados, aumentando así el riesgo.
Ante esa posibilidad, Albán opina que se debe hacer cumplir las medidas. El uso de cubrebocas es esencial para personas con o sin síntomas respiratorios; más si acuden a lugares como centros comerciales, farmacias u oficinas para realizar trámites”. También pide abrir ventanas y puertas para ventilar espacios cerrados, donde pueden concentrarse partículas contaminantes.
Hasta ahora se sabía que la transmisión se produce por gotículas expulsadas por una persona contagiada al hablar, toser o estornudar. Los ciudadanos están al tanto y se adaptan a las filas y los protocolos.
Ayer, quienes se acercaban a una de las entradas del Quicentro Norte parecían seguir un guion. Se acercaban, levantando una de las muñecas, para la toma de temperatura.
Al 2% de visitantes -contó Marco Guerra, supervisor- aún se le pide ponerse correctamente la mascarilla; varios las llevan debajo de la nariz.
En una de las tiendas de ropa, el aforo permitido es de cinco personas, incluidos los dos vendedores. La norma se lee en un letrero a la entrada. Antes de pasar -indicó Alfredo Córdova, su administrador- los clientes miran el número de personas que hay. “Si ven cinco esperan afuera o vuelven luego. Se han adaptado”.
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