Redacción Construir
¿Puede enfermarse una casa y con ella sus habitantes? En Japón, el 30% de los niños y el 10% de los adultos tienen alergias por el ‘síndrome de la casa enferma’.
Este presenta un cuadro médico complejo que combina procesos alérgicos, dolores de cabeza y garganta, deficiencias visuales y fatiga, en el que influyen los productos químicos empleados en la construcción de las casas y otros factores como la mala ventilación, el polvo y la humedad.
El proyecto Chemi-less, cofinanciado por el Gobierno japonés y la Universidad de Chiba -dirigido por su Escuela de Medicina-, pretende profundizar en el ‘síndrome de la casa enferma’ y encontrar algunos remedios.
Al parecer, incorporando cenizas volcánicas y tiza, dos materiales que reducen la humedad y absorben las bacterias, pueden limitarse los efectos de este mal, aún poco estudiado.
El síndrome, dice una nota del rotativo El Mundo, de Madrid, nada tiene que ver con la lipoatrofia semicircular o enfermedad de los edificios con excesiva tecnología, que ha afectado a diferentes complejos de oficinas españolas los últimos meses.
La nota de El Mundo afirma que las condiciones de confort para humanos en los hogares modernos son las mismas que favorecen el desarrollo de ácaros del polvo y otros microorganismos. Cuando una casa se contamina o desarrolla problemas de ventilación, sus inquilinos enferman de asma, rinitis, neumonitis o, simplemente, se sienten mal. En su aparición influyen la mala calidad de los materiales y la rapidez con los que son construidos los edificios.
Que este ecosistema invisible no desemboque en el ‘síndrome de la casa enferma’ es cuestión de ventilación y limpieza. El problema viene cuando no se toman las precauciones.