Manifestantes participan hoy, viernes 13 de febrero de 2015, durante un acto a favor del Gobierno de Dilma Rousseff, en Brasilia (Brasil). Foto: EFE
Miles de militantes de izquierda marcharon este viernes 13 de marzo por las calles de al menos 24 estados brasileños para defender a la democracia, a la estatal Petrobras, -sumergida en un gigantesco escándalo de corrupción- y a la presidenta Dilma Rousseff, que enfrenta movimientos a favor de su destitución.
“No aceptaremos un golpe contra Dilma”, gritaban los manifestantes, quienes acusaron a la oposición de no respetar el resultado de las últimas urnas. “Es absurdo el intento de desestabilizar a un gobierno electo democráticamente”, dijo en la nororiental ciudad de Recife el bancario Alex Norat.
No obstante, pese al rechazo unánime a cualquier intento de juicio político contra la mandataria, los oradores que participaron en los actos fustigaron los planes del actual gobierno de impulsar un ajuste fiscal para reequilibrar las cuentas públicas, frenar el proceso de aumento de la inflación y reactivar la estancada economía del país.
“El acto se opone al movimiento del domingo, ya que está en contra de la ruptura de la legalidad (mediante la demanda de destitución de Rousseff), pero también se enfrenta a la actual política del gobierno, ya que nos oponemos al ajuste fiscal”, resumió el sindicalista Julio Turra, dirigente de la Central Única de Trabajadores (CUT).
El presidente nacional de la CUT, Vagner Freitas, aclaró a su vez que los actos de hoy no fueron “ni en contra ni a favor del gobierno, sino por la normalidad de la democracia”.
También fueron rechazadas las supuestas presiones para privatizar la petrolera, que ha sufrido una progresiva pérdida de valor de mercado a raíz de los desvíos de fondos, que, se estima, fueron de 3.700 millones de dólares entre 2004 y 2012.
La jornada, denominada como Día Nacional de Luchas en Defensa de los Derechos de los Trabajadores, la Democracia, la Petrobras y por la Reforma Política”, pretendió contrarrestar a los grupos que convocaron para el domingo a una serie de protestas contra la actual política económica y contra la corrupción.
Varias de las manifestaciones se realizaron cerca de instalaciones de Petrobras, debilitada por las investigaciones del Ministerio Público sobre los multimillonarios desvíos de dinero de la empresa para pagar sobornos y financiar partidos políticos.
En sus discursos, los militantes defendieron castigos a los responsables de ilegalidad, pero rechazaron los supuestos intentos del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de debilitar a la mayor empresa del país.
“Que arresten a los que están robando, pero que no destruyan la economía nacional. Petrobras es responsable de más del diez por ciento del PIB (Producto Interno Bruto)”, afirmó la diputada Luciana Santos, del Partido Comunista de Brasil (PCdoB), quien participó en los actos en Recife.
El acto más multitudinario tuvo lugar en Sao Paulo, donde entre 9.000 y 40.000 personas -según estimativas de la policía y los organizadores, respectivamente-, marcharon por el centro de la metrópolis. Carteles con la frase “Quédate, Dilma”, encabezaron la marcha convocada por la CUT, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) y la Unión Nacional de los Estudiantes (UNE), entre otros gremios y grupos sociales.
Durante el acto, el representante de la Federación Única de los Petroleros (FUP), Joao Antonio de Moraes, destacó la unidad que caracterizó a la jornada de movilización.
“Trabajadores del campo y de la ciudad dicen que paralizar la Petrobras es paralizar a Brasil. Son cerca de un millón y medio de empleos que giran en torno a la industria del petróleo.
Entregar el pre-sal (reservas de crudo localizadas en aguas ultraprofundas) es un crimen y el pueblo no lo permitirá”, dijo Moraes, quien reivindicó que se sancione a los responsables por la malversación de fondos de la empresa estatal.
En Río de Janeiro, donde al término de la marcha, los manifestantes realizaron un abrazo simbólico a la sede central de Petrobras.
Entre los oradores del acto en la capital fluminense estuvo el ex presidente del Partido Socialista Brasileño (PSB), Roberto Amaral, quien rechazó cualquier posibilidad de que se viva un “nuevo 64”, haciendo una referencia al golpe militar que ese año inauguró una larga dictadura que perduró hasta 1985.
Por su parte, el diputado Carlos Minc, del PT, calificó de “golpismo reaccionario” el pretendido juicio político a Rousseff y advirtió: “El pueblo que salió de la miseria, que entró a la universidad y tiene empleo no permitirá (la destitución)”.
En el cierre de los actos, el coordinador del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MTST), Joao Pedro Stédile, culpó a los “capitalistas” por la crisis económica e hizo una férrea defensa de la democracia. “La burguesía no se atreve a hablar de golpe, estamos aquí para defender la democracia”, advirtió.
También fueron rechazadas las supuestas presiones para privatizar la petrolera, que ha sufrido una progresiva pérdida de valor de mercado a raíz de los desvíos de fondo, que se estima, fueron de USD 3.700 millones entre 2004 y 2012.