Patrulleros permanecieron en las afueras de la clínica en donde ocurrió el ataque.
La ráfaga de disparos alarmó al personal médico de una clínica de Guayaquil. Un poco antes de las 07:00, dos desconocidos con armas de fuego irrumpieron en la casa de salud. Primero se identificaron como policías y luego sometieron a los guardias.
Los testigos cuentan cada detalle. Dicen que preguntaron por un paciente y se dirigieron al segundo piso. Recorrieron los pasillos con un fusil y una pistola. Llegaron a la habitación donde supuestamente estaba el hombre al que buscaban y descargaron al menos 16 proyectiles.
Quienes vieron lo que ocurría aseguran que la balacera se escuchó en todo el edificio y que los pacientes que se encontraban cerca se lanzaron al piso y otros se escondieron detrás de las puertas. Afuera, un vehículo blanco esperaba a los sospechosos.
La Policía confirmó que se trató de un ataque de sicarios que buscaban a un hombre que sufrió un atentado en Posorja, una parroquia de Guayas. Él había sido atendido en esa clínica y dado de alta horas antes del ataque armado.
En su lugar fue asesinada una mujer extranjera que había llegado a la clínica por un tratamiento renal. Los investigadores indican que los pistoleros se “equivocaron”.
Los agentes organizaron un operativo para rastrear a los armados y no descartan un nuevo choque entre bandas.
Este tipo de asesinatos se ha convertido en la principal causa de muertes violentas en Guayaquil. Datos oficiales indican que en los cuatro primeros meses de este año, en el Puerto Principal, fueron acribilladas 201 personas. El 60% de estos hechos se originó por disputa de bandas.
La Policía dice que han fortalecido las unidades de investigación para desarticular redes criminales. Desde diciembre pasado han ejecutado al menos 10 estrategias para frenar la violencia en los barrios.
Entre esas medidas estuvo crear un Comité de Seguridad, aumentar personal policial, intervenir zonas populares, destinar dos generales para la urbe, entre otras.
Pero las cifras de asesinatos no se reducen en comparación con los meses del 2020.
Entre enero y abril de ese año hubo 94 crímenes. Es decir, menos de la mitad de los que ya se reportan este 2021.
Pero la violencia no se limita a Guayaquil. Ayer; la comandante de la Policía Tannya Varela dijo que durante la pandemia, “el crimen organizado se manifestó de manera compleja y sofisticada” en el país. Admitió que parte del incremento de las muertes perpetradas “obedece a la violencia social y delictiva”.
En estos meses, agentes han identificado que los sicarios cada vez cometen los crímenes con extrema violencia.
En Guayaquil se han encontrado cuerpos decapitados y familias enteras asesinadas.
En cambio, hace dos días en Manabí fue hallada una pareja sin vida dentro de su vehículo. Los agentes indicaron que desconocidos los acribillaron con más de ocho disparos. En esa provincia ya se contabilizan cerca de 80 crímenes en lo que va este 2021.
Hace seis días otro acto de extrema violencia se vivió en El Empalme, un cantón de Guayas. Allí, tres jóvenes fueron asesinados por sicarios que ingresaron a su vivienda y dispararon al menos 15 veces.
En el 2020 ya se sintió este fenómeno. Ayer, la comandante Varela aseguró que en ese año en todo el país hubo 1 369 homicidios intencionales. De esos, el 56% (771) corresponde a violencia criminal y más de 300 víctimas tenían antecedentes penales.
Varela dice que en el 2020, el 80% de las muertes se cometió con armas de fuego. En este año es el 58,44%.
Agentes de Inteligencia señalan que las organizaciones delictivas se abastecen de armamento a través pasos clandestinos de Perú y Colombia.
Pero también se han identificado fábricas artesanales que operan con material robado a empresas de seguridad. Solo el año pasado se decomisaron 5 681 armas de fuego con más de 71 000 municiones ilegales.
Ayer, los agentes hallaron el fusil con el que fue asesinada la mujer en la clínica.