Dos funcionarios públicos conversaban animadamente hace pocos días sobre las maravillas turísticas que tiene el país. No se equivocaban, en el ámbito sudamericano Ecuador es un país que no tiene parangón en materia turística; en un día se puede conocer la Costa y la Sierra, la región amazónica o volar a Galápagos en dos horas.
Uno de ellos se lamentaba porque, a su criterio, la prensa es la causante de desprestigiar la imagen del país al dar cuenta de hechos tan desagradables, como por ejemplo la presencia de sicarios en varias ciudades, de los robos, de los asaltos, secuestros y tanta lacra social que existe.
De acuerdo con ese juicio de valor, lo ideal entonces sería que no se informe que en la provincia del Guayas, según cifras oficiales, se registraron 172 muertes, de las cuales 118 corresponden a asesinatos y 54 a homicidios. Y que en Pichincha, durante el 2010 la estadística arroja 266 homicidios y 22 asesinatos.
La estadística la publica diario Expreso con un titular que dice ‘Sicariato a la carta en Guayaquil’. Los datos son espeluznantes, pero lamentablemente son reales. El periódico cita como fuente a la Policía Judicial del Guayas. Para los funcionarios este hecho no debería ser publicado, pero olvidan que no difundir un suceso no significa que no exista.
Si lo que preocupa es que por causa de la violencia el turismo pudiera sufrir una merma, deberían saber que una ciudad tan turística como Río de Janeiro, que registra los índices más dramáticos en materia de sicariato, tráfico de drogas y violencia generalizada, todos los años es visitada por más de seis millones de turistas.
Brasil no oculta su violencia. O Globo, el principal diario de esa ciudad, informa todo, no oculta nada. Muestra los enfrentamientos crudos entre la fuerza militar y las bandas de narcotra-ficantes que, cada cierto período, desatan toda su furia contra el orden establecido.
Es que parece que lo único que la prensa debería informar, de acuerdo con la visión oficial, es sobre la consulta popular, como si con eso se pudieran resolver los problemas de la sociedad o los del señor Abrahán Cueva, quien escribe a El Universo desde Loja para denunciar que sus hijos, que estudian en Guayaquil, han sido asaltados por lo menos cinco veces en seis meses.
La realidad no se puede ocultar, pero los políticos, lamentablemente, creen que las elecciones lo van a resolver todo, que a partir del 8 de mayo ya podremos salir a las calles con tranquilidad. Es bueno decir la verdad, las leyes que pretenden reformar el sistema judicial tendrán que ser tramitadas en la Asamblea, eso requiere tiempo. La violencia es un problema crónico, no se resuelve con interminables charlas en los ministerios o con ideas brillantes en ‘power point’, la herramienta preferida de los burócratas.