En la Asamblea Nacional se escuchan voces proponiendo ampliar el ingreso económico de las trabajadoras domésticas que laboran en la modalidad de “puertas adentro”.
Actualmente, ellas perciben el salario común de 292 dólares mensuales, más 24,33 dólares correspondiente al fondo de reserva mensual, que el empleador le entrega directamente.
El empleador –antes conocido como patrono- debe proporcionarles alimentación y albergue; y, sin ser obligatorio, propender de la mejor manera a su educación. Con la propuesta, trabajarían solo 8 horas diarias. Por sábado y domingo, el empleador pagaría salario extra.
Sin desconocer la bondad y generosidad de los legisladores que proponen esta ampliación y que perciben un ingreso mensual de 6 000 dólares, es conveniente que aterricen en el mundo real y conozcan que la trabajadora doméstica por lo general tiene un hijo. Entonces, la alimentación es para dos personas. El albergue es independiente de la casa del empleador, pero empleada e hijo o hija tienen en su favor luz eléctrica, agua potable, servicio de teléfono. En numerosos casos, el empleador le paga también la cuota que le corresponde por la afiliación al Seguro Social.
Los proponentes de 6 000 dólares mensuales de ingreso, deberían conocer también que en hogares económicamente limitados, la empleada y su hijo, con el pasar del tiempo, se convierten en parte de la familia; y el empleador asume costos de consulta médica y medicinas, porque si la pobre empleada acude a “eso” que llaman servicio médico del Seguro Social, pierde su tiempo. Igual, como ejemplo, los trabajadores de la construcción, que como primera exigencia no aceptan afiliarse, porque si enferman el seguro generalmente no los atiende.
Más aún: el empleador no es indiferente a la salud y crecimiento del hijo de la empleada, pues –llegado el caso- asume los costes de su educación primaria y secundaria; y, en ciertos casos, hasta la universitaria.
Si se realiza un cálculo de estos gastos adicionales al salario actual, más sobresueldos y vacaciones, ¿qué acontecería con las empleadas puertas adentro si, ante la “conquista” que propician en la Asamblea, pierden su actual trabajo? ¿Con los 320 dólares podrían pagar habitación, desayuno y cena y el coste de los demás beneficios que hoy tienen gratuitamente?
Algunos legisladores deben saber también que en el servicio doméstico no hay “explotadores”, pues la trabajadora no se deja tratar mal. En ese sector humano no hay la borreguil dependencia que se ve en algún sector de la política, a pretexto de ‘lealtad’. Ellas tienen independencia: si no reciben buen trato, se van de la casa, pues tienen otras oportunidades, a tiempo parcial.
No debe suceder que “por elecciones”, algunos crean que todo el sector que labora puertas adentro, correrá a las urnas… para votar por su reelección.