Óscar Y. fue sentenciado a 26 años de cárcel por femicidio de Samira Palma, estudiante de Medicina

Hipatia Alzamora, madre de Samira Palma. Foto: Captura de pantalla.

Hipatia Alzamora, madre de Samira Palma. Foto: Captura de pantalla.

Hipatia Alzamora, madre de Samira Palma, sostiene la fotografía de su hija. A ella, que tenía 24 años, la asesinó su pareja sentimental y lo sentenciaron a 13 años por homicidio. Su familia apeló el martes 11 de diciembre del 2018 y, tras una nueva valoración de pruebas, se dictaminó 26 años de cárcel por femicidio. Foto: EL COMERCIO.

Hipatia Alzamora siente que su lucha -y la de su familia- rinde honor a la memoria de su hija, Samira Palma. Piensa que, en medio del dolor, se ha hecho justicia. La tarde del martes 11 de diciembre del 2018, el Tribunal de la Corte Provincial de Justicia de Pichincha aceptó el recurso de apelación de los familiares de la víctima y, tras una nueva valoración de pruebas, sentenció a Óscar Y. a 26 años de cárcel por el delito de femicidio.

Óscar Y., quien fue su pareja sentimental, fue declarado culpable del asesinato de Samira, de 24 años. Ella cursaba el último semestre de Medicina en la Universidad Central del Ecuador. Su cadáver fue hallado el pasado jueves 22 de febrero en una quebrada del barrio Santa Clara de Chillogallo, en el sur de Quito. 

Durante el proceso, la Fiscalía señaló que la pareja sentimental de Samira la golpeó y la asfixió. Primero usó sus manos y después tomó un cordón, hasta asesinarla en su departamento, ubicado en el sector de Guamaní, en el sur de la capital. Óscar Y. transportó el cadáver en el taxi de su padre. Samira todavía vestía el uniforme con el que realizaba su internado en un centro de salud de la capital. 

Él confesó el asesinato en el hogar de Samira, cuando Vanessa, su hermana, lo llamó para preguntarle si la había visto. Luego, se acogió al silencio. 

La familia de la víctima presentó una denuncia por femicidio. Seis meses después, el 21 de agosto del 2018, el Tribunal de Garantías Penales de Quitumbe cambió el tipo penal del delito y dictaminó 13 años de cárcel en contra de Óscar Y. por homicidio.

Luis Anibal Valladares y Paola Montoya, abogados de la familia d la joven, señalan que, en esa primera resolución, la Justicia ecuatoriana no valoró todas las pruebas presentadas por la investigación a cargo de Verónica Barragán, fiscal de la Unidad de Violencia de Género número 4 de Quitumbe. En ese entonces, el Tribunal consideró que no existían relaciones de poder o control por parte del acusado y que a Samira no la asesinaron por el hecho de ser mujer.

Pero la familia no desistió y decidió apelar la sentencia.

¡Justicia para Samira, justicia para todas. Justicia para Samira, justicia ahora!” se escuchó en los exteriores de la Corte Provincial de Justicia de Pichincha. Allí, familiares y amigos de Samira, acompañados por el colectivo Luna Roja y el Comité de Lucha Contra la Violencia, Desapariciones y Feminicidios (Covidefem) esperaban el inicio de la audiencia de apelación que se instaló a las 14:30 del martes.

La abogada Montoya dijo que en la nueva diligencia se realizó una nueva valoración de cinco pruebas clave en el caso de Samira. La primera es la confesión que consta en el parte policial cuando se realizó el levantamiento de cadáver de la universitaria. “Existió una entrevista directa con Óscar Y. En ella, confesó que la asesinó y que su móvil fueron los celos. Evidenció que sí existía una relación sentimental, además dirigió a la Policía al lugar en el que abandonó el cuerpo”.

La segunda prueba consistía en los resultados del examen médico legal que se realizó en el cuerpo de Samira. Cuando se encontró el cadáver, la víctima presentaba golpes en su rostro, cabeza, estómago y piernas. Se determinó que fue asfixiada de forma manual y después, con un cordón. La pericia señaló que la estudiante trató de defenderse, pues se encontró ADN del sentenciado en sus uñas.

La abogada de la familia también mencionó que se hizo una valoración del entorno social de Samira, para determinar cuál era el nivel de riesgo que tenía con respecto a su relación con Óscar Y. “Se realizó a través de un protocolo de posibles víctimas de femicidio de la Fiscalía General del Estado. Se estableció que ella sí tenía un alto riesgo”, asegura Montoya.

La cuarta prueba es un video del Ecu 911 que muestra cómo Óscar Y. de la víctima se colocó guantes y transportó el cuerpo de Samira hacia la cajuela del taxi de su padre. En el vehículo también se encontraron algunos cabellos de la joven.

Los testimonios de compañeros y amigos de Samira fueron la quinta prueba que se valoró. Sus voces coincidieron en que, aunque sus padres no conocían de la relación sentimental entre Samira y Óscar Y., el vínculo afectivo existía. Los testigos narraron que él ejercía control sobre ella, la hostigaba y la acosaba en su lugar de trabajo.

Cuando llegó el momento de la sentencia, la incertidumbre de Hipatia terminó. “Queríamos que se haga justicia por mi hija. Sami era una niña justa y siento que ella debe estar en paz y nosotros, más tranquilos. Yo sé que esto calma un poco nuestro dolor, por lo menos tenemos la satisfacción de saber que luchamos hasta el fin. Sé que mi hija está feliz, porque sabe que lo dimos todo por ella”, manifiesta la madre.

Aunque se modificó la resolución judicial, Luis Anibal Valladares, otro de los abogados de la familia, anunció que solicitarán el recurso de casación para que la pena ascienda a 34 años y ocho meses.

La pena máxima por femicidio en Ecuador es de 26 años, según lo establece artículo 141 del Código Orgánico Integral Penal (COIP). Sin embargo, el especialista asegura que existen agravantes de ese delito en el caso de Samira estipulados en el artículo 142 de la misma normativa. Por un lado, está la relación sentimental que la joven mantuvo con Óscar Y. y la exposición del cuerpo de la víctima en un lugar público. En este caso, el cadáver fue arrojado en una quebrada local.

“Es una pena ejemplar. Queremos dejar un precedente sobre la violencia de género a escala nacional. Se trata de reparar a través de la justicia, la sed de justicia que tiene su familia”, menciona Valladares.

Hipatia y Vanessa, hermanas de Samira, dicen que la pérdida de su familiar es latente pero se ha transformado en lucha. Juntas relatan como Maité, de 13 años, recorrió la ciudad gritando el nombre de su hermana ‘Sami’ el pasado 24 de noviembre. Ella deja recuerdos de chispa y felicidad en quienes la conocieron, pero también un legado, según dice Hipatia, de resistencia en la lucha feminista del país. 

Para su madre, "los jueces actuaron con la verdad. Puedo decir que he vuelto a creer en la Justicia ecuatoriana pero para que eso suceda, hay que luchar, presionar. Por eso agradezco a nuestros familiares, a los colectivos, a la fiscal y a nuestros abogados por esta sentencia. Siempre lo dije: vamos a ir hasta lo último, aunque sea doloroso y signifique revivir el dolor. Sé que Sami no volverá pero su caso servirá para que otras mujeres no callen, para que sean fuertes, para que no tengan miedo".

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