Lejos de la euforia política que se produce al iniciar un nuevo período de gobierno, el presidente Correa, de manera clara, expuso su criterio, totalmente contrario al mal llamado “matrimonio” entre personas homosexuales. En este tema, ha cumplido con su deber de respetar y reconocer los valores humanos y morales que son inherentes a la dignidad de las personas y familias.
Es justo reconocer que el pensamiento moral del Presidente no depende de ciertas ideologías estridentes, como aquella de la “Identidad de género”, que con una visión relativista, intenta con argumentos sociológicos, arrasar a la ley natural, que es ley universal, que cada persona al llevarla inscrita en su corazón, sabe lo que debe hacer y aquello que se debe evitar.
Es evidente que el buen funcionamiento de una sociedad, parte del respeto a los derechos inviolables de la familia, que deben ser custodiados, protegidos y garantizados por el Estado.
Convocar a una consulta popular sería poner una zancadilla a la posibilidad de construir una sociedad digna del ser humano; sería una insensatez dar paso a los activistas internacionales y criollos que enquistados en organizaciones nacionales e internacionales, puedan echar sombras y dudas a la moralización de la vida social.