Diego Calderón ha participado en talleres sobre arquitectura, carrera que le interesa. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Diego Calderón tiene 17 años. Este ciclo lectivo 2019-2020 es el último de su paso por el Instituto Nacional Mejía, de Quito. Pese a la incertidumbre que ha generado el covid-19, en el aislamiento tuvo tiempo para ver videos sobre arquitectura. Y decidió que ya no quiere ser veterinario. Espera que se defina el mecanismo para acceder a un cupo en la Universidad Central del Ecuador.
Este joven tiene claro que deberá rendir una prueba y se está preparando, pero le preocupa no saber en qué consistirá la evaluación.
Desde el 2012, en Ecuador se instauró una prueba de acceso a cupos en centros públicos de educación superior. Los estudiantes de tercero de Bachillerato solían inscribirse incluso en preuniversitarios, al inicio del ciclo, para alcanzar el mayor puntaje posible.
Este alumno del Mejía es uno de los 150 183 que, según el Ministerio de Educación, cursaron el tercero de Bachillerato en este año lectivo que terminará oficialmente el martes. De ese total, 100 991 pertenecen a planteles fiscales. Esos chicos, en su mayoría, suelen buscar espacios en institutos y universidades públicos.
La pandemia del covid-19 ha alterado los planes y los cronogramas de los organismos de educación. En el 2019, para esta fecha ya se había rendido el Ser Bachiller, que servía como examen de grado y filtro para distribuir cupos.
Sin embargo, la Secretaría de Educación Superior (Senescyt) respondió que todavía se encuentra trabajando en la nueva evaluación.
Esa entidad informó que el Examen de Acceso a la Educación Superior será “más corto y ajustado a las necesidades que tienen las universidades, politécnicas e institutos”.
A diferencia del Ser Bachiller, esta evaluación se aplicará únicamente a quienes quieren acceder a la educación superior pública. Este año ya no hubo examen de grado sino proyecto para que los alumnos de último año de colegios fiscales y particulares se incorporen.
Sin embargo, Senescyt no decide aún la fecha para su aplicación. “Se está definiendo en función de los cronogramas académicos de las instituciones de educación superior y de las condiciones sanitarias del país”, indicó la Senescyt.
María Augusta Espín, vicerrectora Académica de la Central, comentó que hasta el momento la Senescyt solo les ha consultado sobre el espacio físico con el que contarían para tomar la evaluación.
Galo Naranjo, rector de la U. Técnica de Ambato y presidente de la Asamblea Universitaria, tampoco conoce sobre la elaboración del examen que -según la Senescyt- se desarrolla según “sus necesidades”.
Esta será la primera ocasión en que el Instituto Nacional de Evaluación (desde su fundación) quedará fuera del proceso. Ellos estaban a cargo del desarrollo de las preguntas, conformaban equipos técnicos; también convocaban a los alumnos para la aplicación.
Fernando Ponce, rector de la PUCE, contó que la Senescyt los contactó para analizar cómo podrían colaborar en la validación de “algunos contenidos del examen”. Sin embargo, “aún no se ha hecho ningún trabajo al respecto”.
Pablo Vanegas, rector de la U. de Cuenca, confirmó que sí han coordinado con la Senescyt el desarrollo de contenidos para el examen. Designaron docentes de algunas áreas.
Los estudiantes, próximos a graduarse de bachilleres, están atentos a las indicaciones de Senescyt. Diego Calderón quisiera saber si la prueba será digital o presencial y cómo será el semestre de nivelación.
El miércoles, el Consejo de Educación Superior (CES) aprobó una resolución que permite el cambio de modalidades de estudios: híbrida (presencial y virtual) y en línea. Las universidades Central, de Ambato, de Cuenca y PUCE no se acogerán a esta alternativa. La vicerrectora de la Central, Espín, dijo que la mayoría de carreras está diseñada para enseñarse en clases presenciales y que un ajuste así en 15 días resulta inviable.
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