La semana de la democracia

Es posible que la opinión pública ecuatoriana aún no dimensione la trascendencia política que tendrá esta última semana en la consolidación del sistema democrático. Seguro que la ciudadanía tampoco ha reparado en la importancia de cinco hechos que, por ser simultáneos, se neutralizan entre sí.

Pero vale la pena mirar estos sucesos en cojunto. En estos días se conoció la decisión de la fundación alemana Konrad Adenauer de abandonar el país. Esta organización, vinculada a la democracia cristiana de ese país, se convirtió en un gran pilar para el fortalecimiento de las instituciones en el Ecuador, al menos, desde el retorno a la democracia.

La visión restrictiva que tiene el Gobierno frente al papel de las ONG (léase Decreto 16) desalentó el trabajo de la Konrad. Y, tras su salida, en palabras del canciller Ricardo Patiño, el Ecuador es hoy más soberano que nunca.

Al mismo tiempo, el Tribunal Contencioso Electoral hizo lo que tenía que hacer (y no porque la razón así lo mande, sino porque las instituciones ecuatorianas están ahora para dar la razón al Estado por encima de los ciudadanos).

Cuatro organizaciones políticas fueron borradas del mapa electoral, tal y como lo dispuso el CNE semanas atrás. Una vez más, las instancias de apelación, diseñadas por el garantismo constitucional de Montecristi, dieron la espalda a la queja de quienes no detentan el poder.

Dos hechos más: diario Hoy fue intervenido por la Superintendencia de Compañías, en una acción administrativa veloz. Mientras, el Presidente abunda en insultos, nuevamente, contra el periodista Emilio Palacio, en un espacio financiado con los impuestos.

Pero el hecho más evidente de cuán ‘saludable’ está la democracia es el saludo de solidaridad del Presidente de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea a la Embajadora en EE.UU. que no niega tener vínculos con una empresa que hace muy buenos negocios con el Gobierno. Ni pensar que Gabriel Rivera exija cuentas a Nathalie Cely. ¿Para qué?

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