Ciudadanos venezolanos en un campamento improvisado en las avenidas Eloy Alfaro y Galo Plaza Lasso, sector del terminal de Carcelén. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
En el campamento de migrantes venezolanos, ubicado frente a la terminal terrestre de Carcelén, en el norte de Quito, cada vez hay menos gente.
Hasta la semana pasada hubo 45 carpas. Actualmente, menos de 30 están allí. La razón: los llaneros viajan al Perú o se mudan a otros lugares de la capital.
Esta realidad se vive en medio de las acciones que las autoridades municipales van a tomar para reubicar a los migrantes. La Secretaría de Seguridad y Gobernabilidad informó que a las 10:00 de este miércoles 29 de agosto del 2018, se realizará una reunión con el objetivo de delinear las estrategias que se implementarán para la intervención guiada en ese sector.
El encuentro será liderado por los organismos técnicos como el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), Cruz Roja y la Secretaría de Inclusión, las cuales pedirán a los migrantes que se dirijan a los Centros de Tránsito Temporal (CTT). Si se transgrede el orden público, intervendrá la Policía. Las disposiciones buscan que, en esta semana, los viajeros sean reubicados en esos puntos para vivir en condiciones más dignas.
Los ciudadanos venezolanos que pernoctan en el campamento de Carcelén están tranquilos ante ese anuncio. Julio César Mujica, quien afirmó ser coordinador de ese lugar, pidió a las autoridades que reciban a las 90 personas (antes eran más de 300) que viven allí, en un solo centro. Esto hasta conseguir un empleo y establecerse.
Contó que algunos de sus compatriotas venezolanos han conseguido trabajo, pero quienes les contratan no les pagan. De momento, él sobrevive de las ayudas humanitarias de comida y ropa que han llegado al campamento. Si la Policía ingresa para pedirles que se vayan, “por las buenas nos vamos, pero no a esos albergues. Mi mujer está embarazada, yo tengo una carpa y veré dónde dormimos por la noche. En esos lugares nos quedamos cinco días, luego nos echan a la calle y esa no es la solución” dice sobre los centros de acogida.
Mujica confía en superar la situación. “Los venezolanos estamos acostumbrados a la sobrevivencia. Caminamos más de 25 días desde Cúcuta (frontera colombo-venezolana) y estamos aquí”.
Mary Camejo vino desde Guarico. Lleva 25 días en el campamento. Dice que le es difícil conseguir trabajo porque no tiene dinero para imprimir hojas de vida y enviarlas a los sitios en donde se busca gente con su especialidad: peluquería. “Si nos sacan de aquí tendremos que dormir en otra calle”, menciona.
Lo mismo opinó José González, quien llegó a Quito hace una semana. Asegura que solo quiere trabajar para ayudar a su familia. Es otra de las personas que piensa en buscar otro sitio en la calle para vivir, si sale de Carcelén.