El personal médico usa un carrito para mover a un paciente hacia un helicóptero médico en el Hospital Emile Muller en Mulhouse, este de Francia, el 22 de marzo de 2020, mientras los pacientes son evacuados a otra instalación hospitalaria, en el sexto día de un estricto encierro en Francia para detener la propagación de covid-19. Foto: AFP
Con o sin coronavirus, decidir si a un paciente se le aplica o no la respiración artificial es un dilema que los médicos especialistas en reanimación enfrentan a diario. Sin embargo, esta “selección” quizá se tenga que realizar a gran escala a causa de la epidemia actual, lo que plantea además cuestiones éticas.
La pandemia de covid-19 ha causado ya más de 13 000 muertos en todo el mundo y más de 300 000 casos confirmados oficialmente.
Los enfermos graves necesitan de una fuerte reanimación, lo que ha desembocado en una saturación de los hospitales en algunos países. En tales condiciones, ¿qué paciente debe beneficiarse de la respiración asistida?
Desde hace tiempo, existen códigos de buenas prácticas al respecto, apuntan los trabajadores del sector.
“No partimos de cero, son decisiones que tomamos todos los días”, explica a la AFP Bertrand Guidet, jefe del servicio de medicina intensiva de reanimación en el hospital Saint-Antoine de París.
Hay tres criterios de evaluación a la hora de decidir, que también se aplican a los casos del coronavirus: “El deseo del paciente”, su estado general de salud y la gravedad de la enfermedad, precisa.
Respecto al deseo del enfermo, el médico invita a que las familias hablen sobre el tema, porque la reanimación es “muy pesada” para los casos graves de covid-19, y puede dejar secuelas importantes para los pacientes con un estado de salud delicado.
“Tienes que estar durante tres semanas con una máquina que respira por ti, estás dormido, paralizado con bloqueantes neuromusculares”, insiste.
Así, haya o no haya sitio, la reanimación puede ser “poco razonable”, recalcan los expertos, que señalan que los enfermos pueden ser orientados, más bien, hacia cuidados paliativos.
Pero, en caso de crisis, terremotos u olas de atentados, los criterios de reanimación pueden endurecerse, si la llegada de pacientes se dispara y los medios son limitados.
“Sí, se nos pedirá que prioricemos entre los enfermos. Si citamos al presidente (francés) Emmanuel Macron, ‘estamos en guerra’, y eso requiere de una selección, como en el campo de batalla, donde se deja de lado a los heridos graves porque se cree que van a morir”, subraya Guidet.
“En ese momento, le damos el respirador a quien tenga más probabilidades de sobrevivir”, explica Philippe Devos, médico especialista en reanimación en Lieja, Bélgica.
‘Carga moral enorme’
“En función de los medios disponibles, intentaremos que esto no se convierta en una lotería”, agrega, destacando que hay que tener en cuenta varios factores, como la edad y las enfermedades subyacentes del paciente.
Al tiempo que el número de enfermos aumenta, hay que aprender a gestionar la situación “de forma sostenida”, señala Guidet.
“Los enfermos que se presenten ahora no tienen que estar mejor atendidos que los que vayan a llegar dentro de una semana o de quince días, no hay que saturarlo todo inmediatamente”.
En Italia, el país más castigado del mundo, los hospitales están saturados y los médicos hacen lo que pueden.
“No podemos esperar milagros […] Intentamos salvar únicamente a quienes tienen una oportunidad”, reconocía no hace mucho al Corriere della Sera Christian Salaroli, especialista en reanimación en un hospital de Bérgamo (norte) .
“Decidimos en función de la edad, de las condiciones de salud. Como en cualquier situación de guerra”.
A principios de marzo, frente a la saturación de los hospitales italianos, la Sociedad Italiana de Anestesia, Reanimación y Cuidados Intensivos se planteó incluso la instauración de un límite de edad para admitir a pacientes en las unidades de Cuidados Intensivos.
Pero la iniciativa no generó consenso. “La edad solo, no”, incide Guidet, que explica que admitió en reanimación a un enfermo grave de covid-19 de 85 años, que no tenía ningún antecedente y que era perfectamente autónomo hasta ese momento.
Sin embargo, para un hombre de unos 40 años, enfermo de cirrosis de último grado y que continuara bebiendo, no hubiera habido sitio.
Se trata de los mismos principios que para las listas de espera para trasplantes de órganos, comenta Arthur Caplan, de la escuela de Medicina Groceman de la Universidad de Nueva York.
“Hay gente que muere todos los días desde hace décadas porque no puede ser sometida a un trasplante”, subraya el experto en bioética a la AFP . “No tenemos suficientes órganos […], el sistema consiste en darle a quien tenga más posibilidades de salir adelante”.
Pero, en el caso del coronavirus, pese a las reglas o recomendaciones, al final, es el médico de reanimación a cargo del servicio el que toma la decisión, a veces en plena noche y de forma urgente, solo o en equipo, considera Caplan.
Una “carga moral enorme” que hay que llevar, subraya Devos. “Nos dedicamos a la medicina para aliviar a la gente. No para decidir quién puede vivir”.