Redacción Quito
El papel, el cartón y la viruta son los ingredientes principales para elaborar los conocidos monigotes o años viejos. Estos muñecos están presentes cada 31 de diciembre esperando que den las 00:00 para ser quemados.
De cuerpos gruesos y de tamaños que no pasan el 1,50 metros, los monigotes son una tradición en el último día del año. Al rededor de ellos se reúnen las familias esperando el nuevo año.
Las ventas y consejos
Los puestos de venta de años viejos en la av. América atienden desde las 07:00 hasta las 20:00. Ahí se venden caretas, monigotes y pelucas.
En La Carolina se puede comprar un muñeco de aserrín o de cartón hasta las 22:00.
No compre pirotecnia en caso de que vea la comercialización de estos productos debe llamar al 911, 101 ó 102. En estas centrales de emergencia se receptarán las denuncias bajo absoluta reserva. Con caretas de cartón que simulan a los personajes políticos y decorados con toda clase de accesorios como ternos, corbatas y hasta sombreros, los años viejos reúnen a las familias. Elaborar un monigote lleno de aserrín o papel toma entre 2 y 3 horas.
Pablo Guala vive en el sector de El Inca y todos los años, durante la noche del 31, su familia se reúne en su casa para la quema del año viejo y la cena de fin de año. Guala, junto a su esposa, sus tres hijos y sus sobrinos, elabora los monigotes la mañana del 31. “Durante todo diciembre guardamos los periódicos y revistas para rellenar el cuerpo de los viejos”.
Esta costumbre se repite en varias familias quiteñas y otras incluso ahora se dedican a la comercialización de monigotes. Ese es el caso de Gabriela Morocho: desde hace 4 años ella y su esposo elaboran monigotes y los venden en el sector de la América. Esta tradición que se inició como una costumbre familiar se ha convertido en su sustento en esta época del año. “Toda la familia ayuda ha coser y dar forma a los cuerpos de los años viejos”.
En la mayoría de calles transversales a la av. América, desde la Selva Alegre hasta la Diego de Atienza, hay puestos de años viejos. Los precios varían entre los USD 4 hasta los USD 12.
Karina Vela también se dedica a la venta de estos muñecos. Desde hace 25 años se involucró en la confección y comercialización de monigotes. Según Vela, esto es una tradición familiar e incluso durante la noche del 31 su familia quema el monigote en el puesto ubicado en la Diego Méndez y av. América. “Mis papás, mis abuelitos y mis tíos se han dedicado a esto y ahora hasta mi hijo también está aprendiendo a confeccionar monigotes”.
Pero no solo los años viejos se vendes durante estos días. “Las caretas de plástico y de cartón tienen gran acogida entre la gente, especialmente entre los que se disfrazan”, aseguró Vicente Paredes, propietario del Palacio de la Careta. En este sitio existen más de 500 modelos de caretas, entre caucho y papel, siendo las más vendidas las de los políticos y los jugadores de los equipos de fútbol de la capital. “Desde septiembre la gente ya empieza a comprar sus máscaras para las reuniones de fin de año”.
Marlon Paredes vive cerca del Centro Comercial El Bosque, pero todos los años va hasta la av. América a buscar caretas. “Yo uso máscaras de caucho, pero para los años viejos compro de cartón porque esas van más con la clase de años viejos que hago”.
Pero no solo en este sector se comercializan los años viejos. En La Carolina los puestos navideños cambiaron las luces y los árboles por aserrín, cartón y papel.
En el parqueadero del parque La Carolina, en la Amazonas y República, ocho puestos venden todo tipo de monigotes. En este año los viejos de cartón se exhiben también por primera vez. Por el tiempo y los materiales que se utilizan en su confección, el precio va desde los USD 18 hasta los USD 20, según la comerciante Rosa Chiluiza.
Pero si no desea comprar un viejo puede hacerlo en casa. Elaborarlo le tomará hasta 3 horas y necesita ropa vieja, papel o aserrín, hilo y aguja… para ello puede seguir seis pasos (ver infografía)
El Cuerpo de Bomberos recomienda evitar encender el monigote cerca de materiales inflamables y no utilizar pirotecnia en su elaboración. En caso de una emergencia debe llamar al 911.
El riesgo de la pirotecnia
Al igual que en otros años, la venta de juegos pirotécnicos se incrementan durante diciembre. La producción clandestina y la incorrecta manipulación incrementan el riesgo de accidentes. Las emergencias médicas por inhalación o ingestión de productos químicos también son comunes durante las festividades de fin de año.
Gabriel Rodríguez, del Cuerpo de Bomberos, asegura que uno de los principales problemas es la existencia de fábricas clandestinas que no tiene los permisos de operación y que suelen trabajar sin aplicar las debidas normas de seguridad. “Mucha gente no conoce las propiedades químicas de los elementos que manipulan. Una variación en la temperatura o golpes pueden detonar algunos de estos elementos”.
Estas explosiones pueden ocasionar incendios, con la consecuente pérdida de bienes materiales y en las personas pueden causar varios tipos de quemaduras y daños físicos irreversibles.
Rodríguez explicó que en caso de lesiones por quemaduras es recomendable envolver la herida con gasas o paños húmedos y trasladar al herido hasta un centro asistencial. “El uso de aceites, pasta dental o vaselina es contraproducente y puede empeorar el estado de las heridas”.
Otro de los casos frecuentes en esta temporada de fin de año son las emergencias por ingesta de fósforo blanco (sustancia utilizada en la fabricación de diablillos). Maribel Cruz, de la Unidad de Emergencias del Hospital Eugenio Espejo, dice que los efectos por la ingesta de estos productos no son inmediatos. Aunque depende de la cantidad ingerida y otros factores que potencialicen su efecto como el alcohol.
Los síntomas más visibles son la náusea, vomito y ardor estomacal. Si no existe atención oportuna de un especialista, puede generar daño hepático. En este caso puede comunicarse con el Centro de Información Toxicológica, al 290 5162. Las campañas de información y el control de los Bomberos, Policía e Intendencia son parte de las medidas aplicadas para prevenir los accidentes por el uso de material explosivo.