Por rastreo dactilar, por ADN, por balas percutidas, por lecturas de nanopartículas al microscopio, Ecuador puede encontrar a los responsables de un delito y hasta ubicar, en 3D, al autor en la escena de un crimen.
La apertura del Laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses en Quito contrasta con la forma en que se indaga la masacre de unos 30 taromenane no contactados del Yasuní (cifra de los huaorani).
Autoridades niegan que hubiera existido esa matanza, a fines de marzo. Mas, si los taromenane no fueron muertos, ¿por qué la Fiscalía procesó a 15 huaorani? ¿Por qué se llevó a una niña taromenane, que estaba en manos de quienes se atribuyeron el ataque? Más allá de las dificultades geográficas y de los difusos límites legales entre el Estado y un pueblo no contactado, en materia de investigación hay dos países: la ciudad y la selva. Van 10 meses sin que se sepa de evidencias biológicas recogidas en el lugar, por ejemplo en las ollas de aluminio, matiris para dardos y ropa militar que aparecen en las fotos.
Los forenses pudieran estrenar sus equipos para probar que se hizo algo más que aplacar las cosas con propaganda, no solo para hallar la verdad sino para responder al mundo.