En el parque La Carolina de Quito, venezolanos venden dulces, arepas y chocolates. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Un departamento pequeño en el centro de Quito es el nuevo hogar de Antonio y otros dos jóvenes venezolanos. Llegaron hace 60 días a la ciudad. No fue fácil migrar. Ahorraron tres años para eso.
Antonio es ingeniero en sistemas. En su natal Maracay ganaba 30 000 bolívares mensuales, unos USD 30 aproximadamente. Cada quincena, con el poco dinero que le quedaba, compraba dólares. En tres años reunió USD 600. Con eso pagó un pasaje de avión en USD 200 y se vino a Quito. El resto de la plata la gastó en el alquiler y comida.
Ayer, él y los dos amigos con quienes llegó a Ecuador estaban en el parque La Carolina, en el norte. Ahí venden dulces. También son artistas y se ganan unos dólares cantando.
Laura es la voz del grupo. Tiene 28 años. Es de Valencia, una región central de Venezuela. Antes de dejar el país, ahorró USD 900 en tres años. Ganaba 40 000 bolívares (unos USD 40) ejerciendo sus conocimientos en ingeniería industrial.
Ya en Quito, Antonio, Laura y su hermano José Alejandro arrendaron un departamento en USD 300. Al mes, cada uno gasta USD 130 en el pago del alquiler, en comida y servicios.
Estudios venezolanos señalan que en los últimos 15 años, al menos 1.6 millones de ciudadanos de ese país han migrado hacia Estados Unidos, España, Argentina, Chile y Ecuador.
De hecho, EL COMERCIO publicó ayer, domingo 17 de julio, que desde el 2014 los venezolanos empezaron a migrar masivamente al país.
Datos de Migración refieren que hace tres años solo 501 personas de esa nación no reportaron su salida de Ecuador. En el 2014, la cifra subió a 3 112 y en el 2015 creció a 8 078. En el primer semestre del 2016 van 4 063.
En el ala noroccidente del parque La Carolina decenas de migrantes venden productos nativos de Venezuela: dulces, chocolates, empanadas, arepas. A ese espacio del parque incluso le han bautizado como la ‘curva del venezolano’.
Carlos vende golosinas. Aterrizó en Quito hace dos meses. Es chef y la próxima semana le entregarán la visa de trabajo. En agosto tiene previsto abrir un restaurante con otros dos compatriotas. Quiere traer a sus cuatro hijos y a su esposa.
Actualmente vive en un departamento en Santa Rita, un barrio del sur de Quito, con otros cuatro venezolanos.
Carlos cuenta que primero migró a Panamá con su esposa. Estuvo dos meses y medio en ese país. Ella sigue allá. Antes de abandonar Maracaibo, la pareja vendió un carro y bienes; reunieron USD
1 850.
El marabino llegó a Quito solo con USD 300 en el bolsillo. Eso le sirvió para los gastos de alquiler y la comida del primer mes.
En el departamento vive con Javier, un maturinés de 30 años con apenas una semana de haber arribado a la capital.
“La situación está dura, dura, dura. Es imposible vivir allá”, asegura Carla, otra venezolana que ayer estaba en La Carolina.
La joven relata que en Maturín tienen una posición económica cómoda, con dos autos, una casa y buenos sueldos. “¿Pero de qué me sirve ganar bien si no hay comida o los precios en el mercado ilegal son altísimos?”, cuestiona la treintañera. Por eso piensa radicarse con su familia en Quito.
Miles cruzaron la frontera
Los venezolanos no exageran cuando dicen que su país está a punto de vivir una “histórica crisis humanitaria”.
Ayer, más de 63 000 ciudadanos cruzaron a Colombia en busca de alimentos, artículos de higiene, medicinas y otros productos que no consiguen en su país, según reportó la agencia AFP. Ellos se sumaron a las otras 44 000 personas que se movilizaron el sábado.
La masiva afluencia de gente ocurrió tras la reapertura de los pasos de frontera, que el Gobierno venezolano cerró hace 11 meses. Las personas se dirigieron hacia Cúcuta, a través de los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, que comunican a San Antonio y Ureña (Venezuela) con Norte de Santander (Colombia).
La llegada de miles de venezolanos a Cúcuta provocó desabastecimiento en los supermercados de esa localidad, sobre todo por el paro camionero que ayer vivió su jornada 41.
En medio de estos hechos, el ministro de Defensa de Colombia, Luis Carlos Villegas, anunció que enviarán caravanas con víveres desde Bucaramanga hasta Cúcuta.
“Estoy feliz y contenta porque voy a obtener lo que necesito. No soy millonaria y necesito comprar alimentos a buen precio y no al del ‘bachaqueo’ (contrabando). Voy por papel, mantequilla, aceite, arroz, leche, lo que pueda”, decía ayer Coromoto Ramírez, una mujer de 45 años, mientras hacía la fila para cruzar la frontera.
Elio Camacho viajó desde Barquisimeto, una región ubicada a 580 kilómetros del paso fronterizo. “Recorrí siete horas, pero conseguí lo que buscaba”.
Los venezolanos que regresaban a su país agradecían al Gobierno de Colombia por “abrirles las puertas”.
Algo similar sucedía ayer en Quito. Laura, Antonio, José Alejandro, Carla, Javier, Carlos…reconocían la apertura de los ecuatorianos.