El nuevo blanco de los grupos delictivos son casas de dos o más pisos y sin cerramiento en los ventanales. Foto: Tomada de Pixabay.
Casas de dos o más pisos y sin cerramiento en los ventanales. Ese tipo de viviendas es el nuevo blanco de los grupos delictivos. Los sospechosos operan en la madrugada, con camionetas y escaleras, mientras las víctimas duermen.
Son sigilosos y rápidos. En Santa Ana, un pequeño barrio del sur de Quito, así lo atestiguan. En los últimos dos meses, los asaltantes atacaron seis inmuebles bajo esa modalidad.
La casa de Mario Albuja es parte de esa estadística. La madrugada del 13 de junio, desconocidos se llevaron un televisor de 42 pulgadas, dinero y documentos. Perdió USD 1 500.
Inspeccionó cada rincón y concluyó que entraron por una ventana del segundo piso. Siempre la dejaba abierta 10 centímetros. No sintió ningún movimiento inusual esa noche.
A la familia Granja le robaron televisores y otros electrodomésticos. También, ingresaron por la ventana. Sin romper los cristales. Perdió USD 8 000.
Los agentes de la Policía Judicial (PJ) que llegaron al barrio a investigar los casos comentaron a los propietarios que esta clase de robos son perpetrados por bandas organizadas. Sin embargo, se conoce que esta modalidad se ha reactivado.
Las cifras lo corroboran. Entre enero y junio del 2015, la Fiscalía reportó 1 714 asaltos en el país bajo esas características (conocidos como ‘escalamiento’). En el mismo período del 2014 hubo 141 casos menos.
Las estadísticas de ese organismo revelan otro dato: este año aumentaron los robos a domicilios. En el primer semestre a la Fiscalía llegaron 10 394 denuncias, frente a las 9 042 quejas del año anterior.
Pichincha, con Quito a la cabeza, Guayas, Chimborazo, Orellana y Sucumbíos son las provincias en donde este delito incrementó.
¿Qué sucede en la capital? ¿Por qué subió este delito? El miércoles 26, EL COMERCIO solicitó una entrevista con el jefe de la PJ-Quito para conocer este fenómeno, pero el Ministerio del Interior no respondió.
Sin embargo, este Diario pudo hablar con agentes que indagan estos delitos. Los uniformados revelan que el robo a domicilios ahora lo ejecutan sobre todo grupos especializados. No son improvisados.
Las bandas dedicadas a este delito operan sobre todo bajo la modalidad conocida como ‘estruche’. Es decir, los sospechosos utilizan herramientas (ganzúas, llaves maestras y otros equipos) para vulnerar las seguridades. Y actúan cuando los dueños no están.
Todo lo contrario del ‘escalamiento’, que ocurre cuando las víctimas sí permanecen en casa. Desconocidos visitaron la vivienda de la familia Zambonino dos veces. La primera a finales de junio. Un sospechoso trepó al balcón, abrió la cortina y espió. Los dueños oyeron los pasos y reaccionaron. “Solo vi una sombra que se lanzó a la calle”, relata Marcia Zambonino.
Un mes después los asaltantes volvieron. Accedieron al tercer piso y se llevaron ropa y útiles de aseo. “La verdad no sé cómo subieron a la terraza. Solo están atacando a los segundos y terceros pisos”.
En Santa Ana, las cuatro ventanas del segundo piso de la casa de Albuja ahora están protegidas con rejas metálicas. También, instaló sensores de movimiento para evitar una nueva “visita” de los sospechoso. Invirtió USD 2 500.
Lo curioso -dice Albuja- es que su vivienda está frente a una Unidad de Policía Comunitaria (UPC). Pero desde hace cuatro meses ese retén permanece cerrado, sin policías. “Los agentes nos dijeron que les dieron una orden para cerrar. Ahora la UPC de la Villa Flora se encarga de vigilar el barrio”.
Los vecinos creen que ese cierre incidió en los casos de robos a domicilios que se han reportado en los últimos dos meses en Santa Ana.