Con el torso desnudo y los pies descalzos, caminaba desesperado por el malecón de Atacames. No dejaba de gritar a los transeúntes que había cometido un error. La Policía creyó que estaba drogado y lo detuvo por escándalo público.
Kléver C., de 23 años, fue llevado a la Fiscalía de ese cantón. Ahí, el joven trigueño y de cabello ensortijado dijo ante una cámara de video que él asesinó a Guiomar del Carmen Vega, de 62 años.
El cadáver de la ex profesora y periodista quiteña fue hallado el 4 de enero pasado, en la casa donde residía, en Tangare, Muisne (sur de Esmeraldas). La casa es de una planta y está en una zona alejada, a tres kilómetros del área turística de la playa de Muisne.
La última vez que la vieron con vida fue el 2 de enero. Almorzó con Andrea Martínez, una de sus estudiantes de danza y amiga cercana. “Fui con mi madre y estuvimos con ella hasta las 17:30. A esa hora nos despedimos”, dijo la joven afroecuatoriana. No supo nada de ella hasta el 4 de enero.
Sus familiares llamaron desde Quito para decirle que Vega no contestaba el teléfono celular. La joven acudió a la vivienda y se encontró con las puertas y las ventanas cerradas. “Por las hendijas observé que un foco estaba prendido y que la llave de agua del lavabo seguía abierta. Abrí un agujero en la puerta y me asusté al verla recostada en el piso”.
Martínez llamó a la Policía y los agentes forzaron la puerta. Al entrar percibieron un fuerte olor. La escena fue desgarradora: Vega estaba semidesnuda sobre el piso y con los pies atados a la cama; tenía un cuchillo clavado en la espalda; una sábana ensangrentada alrededor del cuello y pequeñas heridas circulares en la cabeza.
Según Kléver C., el crimen fue planificado. Él dijo ante la Fiscalía que la mañana del 2 de enero llegó a la casa de Vega con dos amigos. Quisieron entrar para atacarla, pero se percataron de que estaba acompañada por dos mujeres adultas. Esperaron en los alrededores, agazapados entre las palmeras, hasta que Vega saliera a despedir a sus visitas.
Los jóvenes ingresaron a la vivienda por una ventana trasera y se escondieron en el baño. Desde ahí observaron cuando Vega entró por la puerta principal de madera y se dirigió a la cocina.
La mujer abrió la llave de agua para lavar los platos y, de pronto, recibió un golpe en la cabeza. Kléver C. agregó que la atacó con un martillo. La mujer se tumbó en el piso y allí al parecer también la apuñaló por tres ocasiones.
“Cuando estuve preso en la cárcel de Esmeraldas (7 meses por robo) me contaron que una señora de Muisne iba a pagar plata para matarme. Mis amigos dijeron que era la finada y me adelanté”, dijo el joven, durante el interrogatorio en la Fiscalía de Atacames.
Los atacantes se llevaron un teléfono celular, una grabadora y un DVD, para que la Policía creyera que fue un robo. Kléver C. vendió el teléfono en un local comercial del centro de la ciudad de Esmeraldas, por USD 3, y el DVD lo dejó en la casa de su madre. La Policía acudió a los lugares que fueron señalados y confirmaron el testimonio del detenido. Los objetos fueron recuperados y se anexaron al proceso como pruebas.
Kléver C. ahora enfrenta un juicio por asesinato y robo. De hallarse culpable puede pagar una pena de hasta 25 años de reclusión mayor. El fiscal Óscar Corozo tiene 60 días para un dictamen acusatorio o absolutorio. Luego el caso será conocido por un juez de Esmeraldas. En menos de un año se deberá emitir sentencia.
La muerte de Vega conmocionó a los pobladores de Muisne. La ex profesora era querida por su trabajo social. Llegó a la isla hace cuatro años con la intención de impulsar un proyecto cultural para conformar grupos de danza y música afro. Quería dar alternativas de entretenimiento y trabajo para que los jóvenes no se involucraran en delitos.
Con el apoyo del Ministerio de Cultura formó el grupo Negritud. “En las prácticas nos leía libros de historia y hablaba sobre la lucha de los pueblos afrodescendientes. Nos decía que podemos hacer la diferencia y que debíamos ser mejores”, contó Dionisio Sánchez, de 23 años.
Este integrante del grupo recordó que Vega era estricta y disciplinada, valores que adquirió sobre las tablas, cuando fue modelo en Colombia y actriz. Protagonizó la película de Jorge Prelorán: Mi Tía Nora (1983) y trabajó ocho años en la Casa de la Cultura Ecuatoriana. También fue productora en Ecuavisa y Teleamazonas.
En Muisne dejó de lado la comunicación y se dedicó al desarrollo artístico de los jóvenes. Incluso dejó la vida académica en Quito. Ella fue decana fundadora de la Facultad de Comunicación de la Universidad San Francisco.
“Queremos rescatar su lado humano y exigir a las autoridades que den con los responsables del crimen”, insistió Martínez.
Este Diario conoció que los otros dos supuestos cómplices del asesinato ya están detenidos en Atacames. A Fabián P. se lo reconoció por un tatuaje en forma de una hoja de marihuana que lleva en el cuello. La Policía lo detuvo el 9 de enero y el tercer involucrado, en cambio, fue capturado anteayer en el centro de Muisne.
En Muisne y Cuenca ayer hubo marchas
En un camión de bomberos se colocó una gigantografía con el rostro de Guiomar Vega. El vehículo fue parte de la marcha de ayer en el parque central de Muisne, para condenar el asesinato de la ex periodista.
Participaron estudiantes de la Escuela Vicente Rocafuerte, empleados del Municipio y varios grupos de marimba. Exigieron fortalecer a los organismos de control en la isla. Allí, la Policía no tiene un local propio para operar. Cuando el calor arrecia, los 12 gendarmes asignados a la plaza se resguardan bajo la cubierta del mercado municipal. Por la noche, en cambio, duermen en los hoteles de la isla. Carecen de un sistema de comunicación.
Ángel Bernal, alcalde de Muisne, indicó que el Cabildo ha gestionado la entrega de un terreno de 1 700 m² para construir un cuartel de Policía. Se ubicará cerca de la playa, pero aún falta el aporte del Gobierno.
En tanto ayer, en Cuenca, al cumplirse nueve años de la muerte del estudiante Damián Peña, se realizó la campaña Corazones Blancos. Es una cruzada del Comité de Familiares de Víctimas Abatidas por la Policía y entidades de Derechos Humanos.
Lo integran las cuatro familias (Peña, Montesdeoca, Salamea y Barros) que perdieron a sus seres queridos en hechos confusos con la Policía. Peña y Johnny Montesdeoca, de 16 y 17 años, fallecieron durante protestas estudiantiles, hace nueve y cinco años.
En cambio, Carlos Salamea y Edwin Barros murieron en persecuciones policiales el año anterior. Sus familias iniciaron la jornada con una visita al fiscal distrital, Hernán Flores. Él ofreció celeridad y transparencia en los procesos judiciales en marcha.
Quito
Gabriel Párraga
víctima de la delincuencia
‘Se robaron mi auto en 15 minutos’
La madrugada del domingo 9 enero se robaron mi auto del frente de mi casa. Yo vivo en Turubamba Bajo, frente a la iglesia San Andrés (sur de Quito), desde hace 18 años, y nunca he sido víctima de robos en ese sector.
Pero mi buena suerte se terminó esa madrugada. Regresé de mi trabajo a las 24:00, aproximadamente, y dejé estacionado mi vehículo Suzuki Forza, modelo 92, en la vereda de mi casa, en la calle Moro Moro. Como llegué tarde de mi trabajo, subí a comer algo. Pero 15 minutos después regresé y ya no encontré mi vehículo.
Ese momento sentí tanta impotencia. No sabía qué hacer, en dónde empezar a buscar. Uno piensa que estas cosas solo les pasan a los vecinos, amigos, conocidos, pero no a uno.
Salí a buscar mi auto con algunos familiares. Intentamos recorrer todo el sur de la ciudad. Pero cuando amaneció ya perdimos las esperanzas. Hace apenas un mes compré el vehículo en USD 4 000 y por descuido dejé la matrícula dentro del auto. Tuve que contactarme con el anterior dueño para sacar copias del documento y presentar la denuncia en la Policía Judicial. No tengo esperanzas de recuperar mi carro, pero al poner la denuncia me evito problemas futuros.
A lo mejor los delincuentes utilicen el auto para cometer algún delito y hay que protegerse. Lo que agradezco, de todo esto, es que no fui víctima de violencia y tengo salud y vida para recuperar las cosas materiales. Sin embargo, debo aceptar que la ciudad es cada vez más insegura, hay mucho peligro.
La propuesta
Patricio Cazar
Coordinador del Hogar de Vida número 1 del Patronato
‘Debemos organizarnos’
El problema de la inseguridad se deriva de la pobreza y es un tema que nadie quiere abordar con frontalidad. Ante eso, no nos queda más que la organización a nivel barrial para protegernos.
Una buena iniciativa es conocernos entre vecinos, saber sus nombres y sus contactos para estar en comunicación permanente y poder ayudarlos en casos de emergencia o de robos. Una vez que la comunidad esté unida puede pedir el apoyo de la Policía Nacional, para de esta manera, hacer más eficiente el trabajo de los patrullajes y las rondas nocturnas. Pero además se debería aprovechar la vigilancia privada que ahora se utiliza en edificios y condominios privados.
Si ellos presencian un asalto fuera del lugar que cuidan, al menos deberían dar las alertas a la Policía o al vecindario. Adicionalmente, es muy importante la educación en casa. Hablar con los hijos sobre los riesgos de la calle y cómo se los pueden prevenir.