En la morgue de Cuenca las familias retiran los últimos cuerpos de sus seres queridos que fueron asesinados en la cárcel de Turi. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
En los exteriores del Centro Forense de Cuenca quedan pocas familias que aguardan por recibir el cuerpo de sus seres queridos que fueron asesinados al interior del Centro de Rehabilitación Social Turi de Cuenca, la mañana del martes 23 de febrero.
La mayoría de los cuerpos fue entregada el miércoles 24 de febrero. Entre ellos está Orly, quien estaba acusado de participar en la muerte de una universitaria de 18 años, en Machala, durante un asalto a mano armada.
Un allegado contó cómo vivieron la noticia de la masacre. Este es su testimonio:
“Orly llevaba casi cuatro años en esta cárcel, somos de la provincia de El Oro y su familia más cercana le visitaba cada 15 días. Vivía amenazado de muerte por personas de bandas peligrosas.
En principio la familia pagaba para que no le hagan daño. Él no pertenecía a Los Choneros ni a ninguna banda.
Se hacía amigo de todos para protegerse, pero Orly contaba que adentro los presos viven sus horas contadas por los permanentes enfrentamientos.
Supimos de la masacre por la esposa de un compañero de celda que murió destrozado.
En las imágenes que nos llegaron no estaba Orly y teníamos la esperanza de que esté vivo.
Nadie nos confirmaba nada hasta viajamos acá (Cuenca) y en la lista que tenía la morgue estaba su nombre.
Pasé a reconocer su cuerpo y está completo. Según la autopsia tenía un impacto de bala en el tórax que le perforó el corazón.
Cuando ingresé a la morgue me quedé impactada con todo lo que vi alrededor de las mesas.
Ahí hay cabezas ordenadas en un lado y pedazos de cuerpos en otros. No podré dormir tranquila por mucho tiempo; las cárceles son un infierno”.