Por un momento no supo si aún estaba en medio del juicio o en un mal sueño. “Fue como una broma pesada”. Así se sintió Alexandra Córdova luego de que los jueces del Tribunal Tercero de Garantías Penales de Pichincha dictaminaran un año de arresto a Édgar M. Lo condenaron por el robo del celular de su hijo, David Romo.
Esa mañana, el martes pasado, despertó a las 05:00. Estaba muy angustiada.
No era por el juicio. La mujer sentía que la diligencia era su única oportunidad de escuchar la versión de una de las últimas personas que vio a David. 10 meses después de que desapareció, estaba ahí, cara a cara frente a la persona que robó el celular de su hijo. Pero Édgar M. guardó silencio. La abogada fue quien negoció un acuerdo reparatorio: el procesado aceptó el delito a cambio de un año de cárcel.
“Estoy de nuevo como empezó esto: sin pistas”, dijo el jueves pasado, poco antes de ingresar a una reunión en el Consejo de la Judicatura.
Su presidente, Gustavo Jalkh, recibió a un grupo de allegados de personas desaparecidas y asesinadas. Fue una hora entre reclamos por “una justicia que no llega”, “por investigaciones que no se hacen” y promesas de Jalkh: “Vamos a sancionar a los fiscales que investigaron con negligencia”.
Para la mujer, el robo del celular es la punta del ovillo en la desaparición de su hijo, “pero esto no fue tomado en cuenta en la audiencia”, reclamó ante el titular de la Judicatura. “Vamos ahora mismo a revisar este caso”, respondió Jalkh.
Otros familiares de desaparecidos también reclamaron. Estaban indignados porque les prometieron cinco fiscales para este tipo de investigaciones, pero solo hay una, Laura Machuca, a cargo de más de 100 expedientes sin resolver.
Tras salir de la Judicatura, la madre se dirigió a un parqueadero cercano. Su auto parece un anuncio de campaña electoral: en las ventanas tiene tres afiches con la foto de su hijo. El mensaje: USD 200 000 para la persona que dé información sobre su paradero.
La vida cambió para su familia desde que David, joven de 20 años, muy popular en la Facultad de Comunicación de la Universidad Central, no volvió a casa. Desde entonces, la jornada de la mujer transcurre entre dar entrevistas, deambular por fiscalías y oficinas policiales, asistir a plantones, marchas, cacerolazos por los 149 casos de desaparecidos que han registrado las dos asociaciones que hay en Quito.
“Es vivir con una sensación extraña. Como si en cualquier momento, alguien me va a llamar y decir que lo encontraron muerto o anunciar que está con vida”, comenta.
La búsqueda de David le ha llevado a estar semanas fuera de casa, viajar a otras ciudades y repartir los afiches de ‘Se busca’. Córdova va por las 20 000 impresiones, a full color, en papel cuché y en A3, con la foto del primero de sus dos hijos.
Su celular suena a cada momento. A veces son mensajes de aliento que se comparten entre los familiares de las víctimas, otras son noticias: “hallaron el cadáver de un joven”. Ella siente como si se tuviera en la garganta una pelota de tenis.
Los primeros meses de la desaparición iba a los sitios donde se hallaba un cuerpo, a las quebradas, a los terrenos baldíos, a los ríos…
Ahora, reconoce, hay más coordinación entre los agentes investigadores designados para su caso y los de Medicina Legal. Desde que se entregó un mapa dental del joven y se hizo una ficha con sus rasgos morfológicos ya no va a la morgue.
“Parece que estamos logrando algo bueno, en medio del dolor nos conforta que ahora la desaparición de una persona se toma en serio”.
La desaparición de Karina del Pozo y dos meses después la de David hizo que decenas de familiares de personas en esa misma situación se asociaran.
Córdova cree que uno de los logros fue que ahora las denuncias se receptan de inmediato y no tras 48 horas de la desaparición. “Me dijeron que seguro estaba de farra”. Pero la madre sabía que algo malo pasó. Ese 16 de mayo, a las 22:20 David llamó por última vez: “en 20 minutos estoy en casa”.
En contexto
El martes pasado, el Tribunal Tercero de Garantías Penales de Pichincha sentenció a una persona por el robo del celular de David Romo. Luego de 10 meses no hay pistas del paradero del joven. Su madre cada día lo busca y recorre juzgados y oficinas policiales.
149 Personas desaparecidas en el país están registradas en las asociaciones.