En la pantalla de la videoconferencia, el rostro de Manuel Caguana. lucía desencajado. El crimen cometido contra su esposa Avelina Palaguachi, de 25 años, y su hijo Bryan, de 2, en Brockton, EE.UU., el 13 de febrero del 2011, le dejó secuelas.
Desde la sede del Consulado de Massachusetts, el hombre rindió su testimonio durante la audiencia de juzgamiento de Luis G., de 41 años, indagado por el crimen. Este fue declarado culpable por el Tercer Tribunal Penal.
Con semblante de tranquilidad, pero triste a la vez, Manuel relató que al sospechoso le habían alquilado una habitación en el mismo piso donde vivía junto a su familia. Con ellos también vivía un mexicano. Los cañarenses se habían conocido en Brockton.
Unos meses antes del crimen, Manuel se percató que Luis G., cortejaba a su esposa. “Yo le exigí que respete a mi familia. Ella no le hacía caso”, narró. Unos días antes del crimen, él viajó a California en búsqueda de empleo y dejó a su esposa sola con su hijo.
Antes del 13 de febrero del 2011, la pareja se comunicaba todos los días por teléfono, pero al sexto día Avelina no le contestó las llamadas. Ante eso, Manuel decidió regresar y no encontró a su familia. El amigo mexicano le había confirmado que hace varios días no había visto a Avelina ni a su hijo. Tampoco Luis G. contestaba.
“Puse la denuncia en la Policía y a los dos días encontraron sus cadáveres”, narró con un profundo suspiro en medio de la diligencia.
Este caso es polémico. El sospechoso es investigado en Ecuador, pero EE.UU. pidió su extradición tras abrir un juicio en su contra. El senador republicano Scott Brown pidió a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que solicite una respuesta de Ecuador, para que Luis G. retorne a EE.UU. para ser juzgado por el doble homicidio. El parlamentario ha dicho que si no hay esa colaboración, Ecuador debería perder los fondos de asistencia que su país envía.
El pedido de extradición no se ha ejecutado porque la Legislación ecuatoriana no contempla la extradición de nacionales a otros países. Esto, pese a que los peritos estadounidenses habrían detectado las huellas digitales de Luis G. en las fundas de yute donde los cadáveres fueron escondidos.
Este hecho causó alarma social en Brockton, donde “no era común escuchar actos macabros”, cuenta María Sacchtti, periodista del The Boston Globe. Ella investiga el caso desde el inicio. La tasa de homicidios es de 10 por año.
Anteayer, Sacchtti estuvo presente en la audiencia de juzgamiento en contra de Luis G. En esta se enteró de los resultados de la autopsia: la madre y el niño fueron asesinados a golpes en la cabeza y asfixiados por las manos del autor. La narración de estos detalles causó tristeza a la fiscal que maneja el caso, Rocía Polo. Por momentos, su voz se quebraba y contenía las ganas de llorar.
A la diligencia de anteayer, realizada en la Corte de Justicia de Cuenca, llegaron los familiares de Avelina. Su hermana, Dolores, y su madre, María Cela, de 68 años. Allí también estuvieron los suegros del inculpado, Eloy y Paula. También los abuelos paternos de Bryan, Jesús y Victoria.
Se veían tímidos. Hablaban en voz baja en quichua. Ingresaron por las escaleras en parejas, hasta el cuarto piso de la Sala de Audiencia del Tribunal Tercero de Garantías Penales. Varios de ellos fueron testigos y debían rendir su declaración en esa audiencia.
Por este caso, la familia de las víctimas no presentó la denuncia. La Fiscalía del Azuay actuó de oficio tras la detención de Luis G., en Cuenca, una semana después de haber llegado al país el año pasado. Días después, con la ayuda de la Secretaría de Migración, los cuerpos fueron repatriados.
Durante la audiencia, Dolores manifestó que Luis G. guardaba odio contra Avelina porque no le correspondía. “Confiesa que a ella y a su hijo les mataste a golpes y con tus manos apretaste sus cuellos”, dijo en la diligencia.
“¿Por qué mataste también al niño si él no te delataría?”, le preguntó Dolores al sospechoso, mirándole a los ojos, mientras rendía su testimonio. Ella había regresado al Cañar, un mes antes de las muertes. Allí supo que Luis G. supuestamente asediaba a la víctima con sus pretensiones.
Del supuesto autor del crimen se conoce poco. Vivía 18 años fuera del Cañar, separado de su esposa y cuatro hijos, quienes están al cuidado de sus abuelos maternos. Él niega los cargos y su abogado, Ítalo Palacios, defiende su inocencia. Él sostiene que no hay pruebas que involucren a su defendido porque el crimen ocurrió en otro país. Por eso, esta misma semana apelará el fallo.
En estos días la presidenta del Tribunal, Azucena Andrade, emitirá el expediente completo con los años de condena en contra del inculpado. La justicia ecuatoriana impone una pena de entre 16 y 25 años por este tipo de hechos.
Media hora demoró la videoconferencia, donde también declaró María Palaguachi, otra hermana de la fallecida, quien ratificó el mal comportamiento del sospechoso. Al final de la audiencia de juzgamiento, el rostro de María C. contrastó con el silencio que evidenció durante las cuatro horas que aguardó al interior de la Corte Provincial de Justicia.
Su ‘tranquilidad’ era porque el Tribunal de Garantías Penales declaró culpable a Luis G. De su lado, Manuel Caguana también sintió que se hizo justicia.
El senador Scott Brown pidió la extradición de Luis G. en febrero
El portal de noticias Enterprisenews.com informó que familiares de las víctimas pidieron que Luis G. vuelva a EE.UU. para ser procesado por el crimen de Avelina P. y Bryan C.
Los cadáveres. Las víctimas fueron encontradas en un contenedor de basura detrás de su casa, el 13 de febrero del 2011. Según el portal de noticias, el sospechoso habría regresado al Ecuador luego del crimen.
Críticas. Brown dijo que Ecuador debería perder los fondos de asistencia que EE.UU. envía si no se adhiere al menos “ a los tratados que están vigentes” entre los dos países.
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